Ayer sentí envidia por una chica que se había recorrido los Pirineos de este a oeste

 

La chica, muy maja, dedicó 3 meses a recorrer la cordillera e iba narrando su aventura día a día.

Y recordé que la montaña es idílica en muchos aspectos, claro.

Pero también es sacrificada.

Como la convivencia y el día a día familiar.

En la montaña hay muchas horas de soledad desgranada paso a paso.

Subir un tres mil requiere varios millones de pasos uno tras otro.

Y con la pesada mochila de travesía se hace lento y tedioso.

La rutina familiar también se hace cuesta arriba en ocasiones.

Da la sensación de que no vives. De que estás tirando del carro todo el día sin apenas satisfacciones y sin muchas sorpresas.

La montaña te encoje,

Y la familia, a veces, te supera.

Pero cuando llegas al refugio y te preparas una sopa de sobre o unos macarrones cutres que te saben a gloria

Y te sientes satisfecho de la hazaña que acabas de realizar,

La vida cobra sentido.

Del mismo modo que cuando rompes la rutina diaria en casa y empiezas a hacer el mono con tus hijos en la parada del autobús,

O cuando la cocina parece Stalingrado después de la última batalla pero ves seis ojitos brillantes con la cara sucia mirándote a ver qué haces

Y decides reír,

Y la risa se contagia

Y te relajas

Y una manecita suave y cálida te agarra un dedo de tu mano

Y sabes no hay nada más grande que esa ilusión con la que te miran,

Y que se creen que eres superman o superwoman, que puedes con todo

Que puedes conseguir todo,

Que no hay nada que se te resista

Y que no temes a nada

Y tú, por dentro, sientes que no está tan claro,

Que eres vulnerable,

Que a veces te enfadas por puro miedo a lo que depara esa vida planificada para que no vivas.

Y que, a veces, te descargas con tu pareja que está igual que tú.

Y que, a veces, cuando te rindes y dices “no puedo más”

Viene el otro o la otra y te da un abrazo de ánimo

Y sumas fuerzas para llegar hasta la cima de lo cotidiano

Que no es sino

Despertar el amor que late en todos

Y desde él,

Jugar todo lo que puedas,

Colorear los instantes con la ilusión que te mira cada mañana.

Como la montañera colorea cada paso al subir una cuesta interminable,

Sabiendo que al día siguiente continúa la travesía.

Omkar Carabia 25 de noviembre de 2022

 

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Omkar Carabia

Director de Amari Yoga

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