Más adelante, observas que en ti hay algo más que materia. Un fluido magnético se expresa en tus manos, recorre tu cuerpo, y te das cuenta de también cuentas con una parte energética, sutil, que te proporciona una visión de la vida menos limitada.

El trabajo con el cuerpo físico nos va a cuestionar por qué tenemos rigidez o dolor en determinadas partes de nuestro cuerpo. Nos vamos a dar cuenta de que nuestro cuerpo “archiva” nuestros disgustos y nuestros miedos en zonas concretas y comunes al resto de personas.

Y, al abordar nuestras zonas contraídas, nuestras zonas de conflicto, veremos la oportunidad de indagar en sus causas y de buscar soluciones desde el manejo y dominio de las emociones. Cuando te haces dueño-a de tus emociones, de tus procesos mentales, ya no te arrastran como una hoja al viento, sino que en cada momento decides libremente tu ruta y tus objetivos. Además, dispondrás de energía y voluntad para cumplirlos.

Una vez que te has “desatascado” a nivel físico, a nivel mental y a nivel emocional, puedes acceder al gozo que supone descubrir tu espiritualidad. La espiritualidad que impregna todo como un bálsamo. La certeza de que no estás sólo-a, de que hay algo más grande de lo que formas parte.

Y cuando le cantas, cuando ves, cuando interactúas con la Fuente de la Vida, se caen la angustia y la ansiedad. Se diluyen los miedos y te sorprendes viéndote a ti misma-o viviendo con un tono vital, con una alegría y con una seguridad pasmosas.

Hay certezas que te nutren, visión clara que te aporta discernimiento, aceptación y gestión equilibrada de las cosas que te sucede

Si Llegas Hasta Aquí, Has Cambiado El Mundo, Al Menos Para Ti Y Tu Entorno.