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Historia del Atletismo: Tras las huellas de Abebe Bikila (I)

Marc Cornet – Etiopía es, junto con Kenia, el gran dominador de las pruebas atléticas que van des de los 3.000 metros hasta el maratón. Cada año surgen nuevos corredores, con nuevos nombres a memorizar, capaces de correr per debajo de las 2 horas y 6 minutos.

En el Top-10 actual de los mejores tiempos de la historia en la prueba del maratón hay 7 keniatas y 3 etíopes (Haile Gebrselassie, Ayele Abshero y Tsegaye Kebede). Lo que hoy en día nos parece una obviedad era, hace poco más de 50 años, un rara avis. Una utopía que empezó un atardecer del año 1960. Un de 10 septiembre en los Juegos Olímpicos de Roma. Un corredor desconocido, corriendo descalzo, cruzó la línea de meta situado junto al arco de Constantino, con un nuevo record del mundo: 2:15:16. “Él hizo que nosotros, los africanos, pensásemos: mira, es uno de los nuestros; si él puede hacerlo, nosotros podemos hacer lo mismo”. Es el epitafio que Haile Gebrselassie escribió, décadas después, sobre aquél corredor descalzo. El gran Abebe Bikila.

Nacido en Jato, hijo de un humilde pastor, Bikila labró su historial con un inicio curioso. Como en la historia de muchas celebridades deportivas, el azar también jugó su papel. Contrariamente a lo que muchas veces se piensa, Bikila no fue el primer gran atleta etíope. Tuvo un predecesor. Wami Biratu, La historia, o más bien dicho la casualidad de la historia, les ligó para siempre durante los días previos a la celebración de los Juegos Olímpicos de Roma. Wami Biratu era el estandarte de la selección atlética etíope de cara a la cita romana. Bikila se había quedado fuera de los elegidos por el entrenador, el sueco de origen finlandés Onni Niskanen. Pero una infección contagiosa de última hora dejó a Biratu sin poder viajar a Roma. Biratu nunca llegaría a ser olímpico. Bikila ocupó su lugar de forma tan repentina que incluso el avión que partía de Addis Abeba hacia Roma tuve que esperarle. Niskanen conocía a la perfección el talento de un corredor con la constitución de un camello (Bikila sólo perdió 400 gramos durante todo el maratón) y no dudó en apostar por él. El técnico de la selección etíope sabía que Bikila era más rápido sin zapatillas. Poco importaba si en el recorrido había más de 15 kilómetros sobre adoquines.

“Mussolini ha necesitado todo un ejercito para conquistar Addis Abeba y un solo miembro de la guardia etíope ha conquistado Roma”.

La victoria de Bikila hay que encararla desde dos frentes bien distintos y que, al mismo tiempo, se asemejan. Desde un punto de vista exterior, Abebe Bikila situó en el mapa a todo un continente, África, que con los años pasaría de dominar de forma aplastante las pruebas de medio fondo, fondo y maratón de todo el panorama internacional. Y el otro prisma es el interno. Para los etíopes, pero también para los africanos, Bikila fue un espejo en el que reflejarse. Él les mostró el camino. Les abrió la puerta a que creyeran que era posible –cómo siempre ha reconocido Haile Gebrselassie con la frase que hemos reflejado al principio. Y en esta cuestión juega un papel muy importante el carácter orgulloso del pueblo etíope. Italia, de manos de Mussolini, invadió durante 5 años (1936-1941) su país, pero no llegó a poder colonizarlo. Bikila, desde la humildad que siempre le caracterizó, quiso cobrarse su venganza particular. Después de su victoria, un periódico italiano tituló: “Mussolini ha necesitado todo un ejercito para conquistar Addis Abeba y un solo miembro de la guardia etíope ha conquistado Roma”.

Abebe Bikila recogió el testigo de Wami Biratu, un ídolo local, y lo elevó a límites insospechados hasta entonces. No sólo ganó la primera medalla olímpica de oro para un atleta africano, sino que además marcó la senda que le llevaría a repetir su oro, cuatro años  más tarde, en Tokio. Con el cartel de favorito colgado del pecho, al lado de ese número 17 con el que cruzó la línea de meta, el gran Abebe fue capaz de ganar por segunda vez consecutiva un maratón olímpico, en esta ocasión con zapatillas en los pies, y volver a batir el récord del mundo: 2 horas 12 minutos y 11 segundos. Nadie lo habría logrado hasta entonces (y, con el paso de los años, sólo el alemán del este Waldemar Cierpinski llegó a igualar esta gesta, venciendo en Montreal’76 y Moscú’80). Una anécdota: su suficiencia y aplastante superioridad fue tal que, después de cruzar la línea de llegada, se puso en medio del estadio olímpico japonés a hacer una serie de ejercicios gimnásticos. Como si acabara de correr unos simples 5k! Durante su carrera atlética, Bikila corrío 16 carreras y ganó 12. Pero la de Ciudad de Méjico no sería una de ellas.

La triple corona de Bikila no fue una realidad por sus problemas físicos en la rodilla. Unas molestias que le obligaron a abandonar en Méjico’68. Aún así, su gran amigo y compañero de entrenamientos (además de compañero también de trabajo, ambos eran miembros de la Guardia Imperial de Haile Selassie), Mamo Wolde, ganó el tercer oro consecutivo de maratón para el país de la bandera roja, amarilla y verde. El trazo de los mejores fondistas de la historia ya estaba dibujado. Otro etíope dejaría huella también en los Juegos Olímpicos de Moscú. Miruts Yifter. Bronce en los 10.000 metros de Múnich’72 (en una prueba ganada por Lasse Virén, con récord del mundo incluido), se desquitaría con dos oros en los Juegos Olímpicos de Moscú’80. Yifter, como si de un Zatopek etíope se tratara, y con un cambio de ritmo brutal que dejaba atrás a sus perseguidores, ganó los 5.000 y los 10.000 metros. Otro etíope, Mohamet Kedir, se colgó el bronce en los 10.000. Sin duda alguna, el ejemplo de Bikila les ayudó a fraguar su historial. Miruts Yifter también era de origen humilde. Después de alistarse en el Ejército, pudo dedicarse al atletismo, ya que allí descubrieron su enorme talento y apostaron por él. No es defraudó con su zancada larga y elegante. De hecho, de no ser por el boicot del Gobierno comunista de Etiopía  a los Juegos de Los Angeles’84 y Seül’88, Yifter y otros atletas de su generación habrían engordado aún más su palmarés de metales olímpicos.

Y llegó la hora de dos pequeños genios: Haile Gebrselassie y Kenenisa Bekele

Biratu, Bikila, Wolde, Yifter… nombres que a algunos les pueden parecer lejanos comparados con el que ha sido el mejor atleta de fondo de todos los tiempos. Haile Gebrselassie dominó con autoridad todas las pruebas desde los 5.000 hasta los 10.000 a partir del año 1993, cuando hizo doblete en 5.000 y 10.000 en los Campeonatos del Mundo de Stuttgart. Es curioso, sin embargo, que el dominio de Haile sólo se tradujo en dos metales olímpicos: oro en los 10.000 metros de Atlanta’96 y oro en la misma distancia en Sydney’2000. No es nuestra intención plasmar aquí el amplísimo historial del pequeño genio. Sí nos interesa, sin embargo, su carácter ganador y empático. El mismo que provocó un interés creciente de los chavales más pobres de Etiopía que no habían visto por televisión las gestas de Bikila, Wolde o Yifter. Querían ser como su gran ídolo. Reír, ser famosos y reconocidos por sus cualidades en todo el mundo entero. Pero no para poder emigrar de su Etiopía natal, uno de los países más pobres del mundo, sino para demostrar el orgullo de una nación que ha dominado con mano de hierro las grandes distancias –con el permiso de Kenia.

Pero el tiempo de todos los grandes corredores es limitado. Como un reloj de arena que se va agotando, la fuerza de Gebrselassie ha ido menguando con el paso de los años hasta llegar al día de hoy cuando ya cuenta con 40 primaveras. Un compatriota suyo, Kenenisa Bekele, se ha encargado de hacer girar otra vez la rueda ganadora para los etíopes. Bekele irrumpió en la escena olímpica en los Juegos de Atenas, en 2004. Oro en 10.000 metros y plata en 5.000 (Gebre terminó quinto en esa disciplina). Cuatro años más tarde se desquitó con el mismo doblete de Miruts Yifter en Moscú’80. Bekele se colgó dos oros en Pekín’2008, el de los 5.000 y el de los 10.000 (segundo fue su compatriota Sileshi Sihine) con su aplastante final. Después de unos años con más sombras que luces, especulándose con su posible retirada, Kenenisa Bekele prepara su asalto al maratón. Poseedor aún de los records de 5.000 metros (12:37:35) y de los 10.000 metros (26:17:53), realizados en los años 2004 y 2005 respectivamente, Bekele quiere demostrar que aún tiene mucho atletismo en sus piernas. Las lesiones le han lastrado en los últimos años, pero él se ha preparado a conciencia para volver con más fuerza si cabe. Un ejemplo es su victoria al sprint ante el británico Mo Farah en la Great North Run (celebrada en los alrededores de Newcastle), el pasado mes de septiembre. Otra vez el orgullo etíope. Kenenisa lo tiene claro: va a debutar en el Maratón de París de este año. Y lo hará “con la intención vencer. No pretendo ir para perder y conseguir un mal resultado. Si me entreno fuerte puedo conseguir un tiempo rápido, pero no puedo decir si voy a estar entre 2:03:00 (sería récord mundial), 2:05:00 o 2:06:00. No lo puedo decir”. Bekele se entrena para esta cita en Sululta, localidad situada al norte de Addis Abeba, a una altura de 2.700 metros sobre el nivel del mar. La misma localidad donde nació el precursor, Wami Biratu.

Parte II

Marc Cornet
Periodista, escritor y maratoniano
@Marc_Cornet

imágenes de as.com y elgrafico.com

Marc Cornet

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