El español da una exhibición física y estratégica en una carrera en la que su inteligencia y saber sufrir solo se vio superada por un Blummenfelt de otro planeta.
Antonio Benito ha vuelto a escribir una hoja más en ese libro llamado trayectoria deportiva que afortunadamente parece no tener techo. No conquistó The Woodlands, ni Ironman Texas, pero ganó algo más importante, ratificar sin discusión alguna su lugar como uno de los candidatos por derecho a pelear por todo en Ironman.
El ciudadrealeño firmó una actuación que habla de su regularidad y poderío en todos los segmentos y departamentos, aquel que habla de físico, pero también de astucia táctica en una carrera en la que Blummenfelt ha metido miedo y en la que la bicicleta seleccionó a los elegidos antes de regalarnos un registro nunca visto que después copió la carrera a pie.
Se prometían unas aguas dulces y tranquilas en el lago Woodlands y el canal hacia Town Green Park y a pesar de los dimes y diretes propios de la competición y la perdida del gorro por parte de Antonio Benito lo fueron tanto para el ‘melón’ como para un grupo de una veintena de triatletas que de manera cohesionada llegaron de forma conjunta a una T1 liderados por Andrea Salvisberg y en la que el tomellosano siempre se mantuvo adelante, igual que un Kristian Blummenfelt y especialmente un Gustav Iden que respondían a las primeras de cambio en el segmento más frágil del dúo noruego. También lo hicieron otros como Ben Kanute, Kieran Lindars, Rudy Von Berg, Kristian Høgenhaug o Matthew Marquardt. Cerca de ellos nadaron hombres como Daniel Bækkegård y Robert Kallin quienes podían dar por buena una distancia de segundos totalmente asumible.
Distinta pero esperada suerte tuvieron Matt Hanson, Cameron Wurf y Leon Chevalier que salían del agua con desventaja que sobrepasaba los tres minutos y particularmente un Trevor Foley que se dejó siete minutos en ella.
El resultado de esa natación cambió el desarrollo de un segmento sobre las dos ruedas donde los tres ciclistas llamados a dominar el terreno quedaron neutralizados. Ni un desafortunado Marquardt, ni Kallin que en lugar de recuperar los escasos segundos que le separaban de la cabeza y asaltar las primeras posiciones cedía minutos pudieron brillar en el primer cuarto del parcial en el lugar en el que acostumbran. En ese contexto, Høgenhaug volaba solo o mejor dicho atado a un Blummenfelt que sin la obligación de remontar tomó el control en los primeros compases de la bicicleta.
Con el redil ‘domado’ y sin riesgo de rebelión dentro de ese TOP15, el noruego permitió los relevos de Iden e incluso puntualmente los de Høgenhaug. Una situación complaciente y, estratégicamente, aparentemente controladora del ‘toro’ con la que Benito siempre bien colocado en las posiciones punteras pareció cómodo.
Nick Thompson fue el encargado de hacer despertar la carrera poco después de sobrepasar el ecuador del segmento cuando este australiano rompió la tensa calma reinante con un relevo que dejó ser tal para convertirse en un incremento del ritmo que le permitió abrir un hueco de poco más de medio minuto. Pero su movimiento, solo fue el acicate para comprobar una nueva realidad que se había fraguado silenciosamente. Kallin había fallado al inicio, pero el sueco con mucho trabajo lograba integrarse en el grupo. Lo mismo sucedía con otros especialistas como Wurf y un Chevalier que también lo conseguía. En ese instante todavía no se sabía, pero Cameron estaba forjando una actuación que entraría en los anales de Ironman.
Nuevo escenario en el que Iden iba a ser el protagonista involuntario. Heredando el mal fario de Blummenfelt en Oceanside, Texas pagaba al noruego con un pinchazo en la rueda delantera cuando rodaba en tercera posición. No obstante, mientras que el incidente mecánico sesgó cualquier opción del ‘toro’, la suerte de contar casualmente con una ayuda inmediata de los mecánicos ha hecho que Gustav solo perdiese unos metros, pero no la carrera.
Pero todavía restaba un último capítulo antes de cambiar de acto. Los dos aussies iban a volar en solitario ante un Høgenhaug que se veía sometido a las vicisitudes externas y un trío (junto a Kallin) teóricamente más potente en lo que estaba por llegar que los dos oceánicos. Se acabó la bici y con él la exhibición de un Wurf que instauraba un nuevo récord mundial
Así se llegaba a una T2 a la que Antonio Benito accedió en un lugar preferencial tras haber hecho gala de una elegancia tan sutil como efectiva para saber estar en el lugar correcto en el momento indicado.
Lo que dura un caramelo en la puerta de un colegio tardó la carrera a pie en eliminar de la ecuación a Kallin e inmediatamente después posicionar a Benito y Blummenfelt por delante de Thompson y Wurf.
Ante sí, el triatlón español tuvo un escenario con el que soñaba desde hace muchos meses, pero que en esta ocasión carecía del componente onírico, Benito iba a luchar por la victoria con una estrella como Kristian Blummenfelt. El ‘toro’ no concedió ningún instante de tregua y consciente del maratón del ‘melón’ quiso estar al frente, tratando de llevar al límite al de Tomelloso. Este no se arrugó y cuando recobró el pulso le devolvió la jugada en un intercambio de posiciones que con cada zancada hablaba el juego mental.
Uno que Blummenfelt decidió concluir abruptamente antes del primer 10K cuando su presión sobre el español fue tal que Benito no pudo más que dejarle marchar. En un visto y no visto la brecha entre ambos alcanzó el minuto y el de BMC quedaba separado por idéntico tiempo de ese primer lugar tan apetecible como peligroso (gran riesgo de desfallecer) como de una tercera plaza por la que peleaban Von Berg y Thompson.
Osado, el español optó por lo primero pero su atrevimiento fue tan exitoso como breve antes de retornar a la diferencia original. A partir de ahí, la distancia entre ambos fue creciendo de forma sostenida. Sin embargo, mientras esta aumentaba la preocupación por sus perseguidores se aligeraba de forma proporcional al espacio abierto con ellos. Pasado el medio maratón, Von Berg era el dueño provisional del último escalón del podio a tres minutos de Benito. No obstante, Bækkegård era el hombre al que seguir tras haber escalado hasta la cuarta plaza y fijar un ritmo únicamente mejorado por ‘Blu’.
La dinámica progresiva finalizó poco antes del ‘muro’ de los 30K cuando un Blummenfelt desencadenado destapó el tarro de las esencias para brillar con un ritmo endemoniado con el que ampliaba a más de ocho minutos su dominio. El noruego volaba y no pararía hasta levantar la cinta con nuevo récord texano de la carrera a pie (2:34:03) . Por su parte, Benito se consumía carcomido por los problemas físicos que más tarde confesaría haber sufrido, lo que permitió a Von Berg y Bækkegård aprovechar su crisis para acercarse a menos de dos minutos.
Definitivamente, defender con uñas y dientes la segunda posición o el podio se reveló como la última misión de Antonio en Ironman Texas. Frente a frente dos tendencias radicalmente opuestas que ponían en juego el tercer podio de Benito en Ironman y el billete al Mundial de Niza. Este último totalmente asegurado siempre y cuando cruzase la meta entre los cinco primeros, algo a priori garantizado dado el contexto.
Lo suyo fue una agonía contenida a ojos del espectador comprimida en esos 90 segundos, que después resultaron ser 60 segundos que lo separaban de Von Berg, pero como todo buen mago, Antonio tenía guardado un último as bajo la manga, ese último rush con el que sorprender a confiados y sufridores para sellar una segunda posición de oro.
Porque Antonio Benito dejó de ser hace mucho una ilusión y hoy se ha sentado en esa mesa reservada exclusivamente a un campeón del mundo que desea regresar al trono, al vigente bronce mundial y a un español que quien sabe si el próximo mes de septiembre descubre el peso de cualquiera de los metales que se repartirán en el podio de la Costa Azul francesa.
Las palabras no son baladí. Antonio Benito confesaba segundos después de entrar en meta que la de hoy había sido “la mejor carrera” de su vida. No es para menos puesto que ha parado el crono de Ironman Texas en 7:32:23 y se ha marcado un maratón en 2:41:56, la tercera mejor del día tras las del plusmarquista Blummenfelt y el 2:41:01 de Bækkegård.
Números jamás vistos en su carrera y con los que borra de un plumazo los registros globales de Ironman Vitoria-Gasteiz (7:36:38). Todo ello, “sufriendo calambres a partir de la segunda mitad del maratón“.
Venció el ‘toro’ pero en tierras texanas Antonio se doctoró como digno cowboy de Ironman.
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