Imaginad que cerramos los ojos y escuchamos los cascos de una animal golpear el suelo. ¿En que animal pensamos? Imagino que la gran mayoría pensareis en un caballo, pero ¿podría ser otro? Sí, sin duda. Podría ser una cebra, o una jirafa, pero lo más probable es que sea un caballo.
Este ejemplo podría ser muy gráfico para explicar uno de los procedimientos que más habitualmente se usan (o se deberían usar) en el método científico, el principio de parsimonia o la navaja de Okham. Dicho principio postula que, cuando un fenómeno o problema puede ser justificado por varias explicaciones, la explicación más sencilla es la que con toda probabilidad sea la más correcta.
Volvamos al ejemplo del principio; escucho trotar, ¿que puede ser? ¿caballo? ¿cebra? ¿jirafa?, la teoría más sencilla es que sea un caballo así que lo más probable es que sea un caballo.
Los fisioterapeutas deberíamos tener muy presente el principio de la navaja de OKHAM. A menudo se nos presentan casos complejos a los cuales les deberíamos buscar la hipótesis más sencilla, y empezar a tratarlos como tal. Muy probablemente, el paciente empiece a reaccionar positivamente a nuestro tratamiento sin necesidad de habernos complicado la vida (siempre y cuando nuestra actuación esté bien indicada).
Además, cada vez en fisioterapia podemos ejercer tratamientos que tienen más fiabilidad científica, gracias a que afloran investigadores que publican sin cesar, comparando distintos abordajes, viendo cual es más efectivo, o cual es totalmente inocuo. Como CIENCIA MÉDICA que somos, debiéramos actuar como tal, como ya hacen ciencias afines a la nuestra (medicina, podología, enfermería…), y focalizar nuestra actuación en los métodos y técnicas que están basadas en pruebas científicas, huyendo así de otros abordajes pseudo-científicos (los que piensan en unicornios, no en caballos), que no hacen más que desprestigiar nuestra profesión y despistar al paciente.
Por último, debemos recordar que los FISIOTERAPEUTAS somos los profesionales capacitados para buscar la máxima funcionalidad de un ser vivo, haciéndonos valer de medios físicos. Somos expertos en movimiento, en función y en buscar la máxima calidad de vida del paciente, y bien sabemos que esto va más allá de lo físico. La persona es un ser complejo, donde los factores psico-socio-emocionales nos pueden influir a la hora de afrontar una patología.
Pero no deberíamos mezclar conceptos, ni mucho menos inmiscuirnos en campos que, pese a que nos puedan aportar mucho para la mejora de nuestro paciente, no son competencia nuestra. El buen profesional no es solo aquel que sabe qué hacer, sino aquel que sabe dónde tiene que “dejar de hacer” por que ya ha encontrado el límite de su conocimiento y/o de su competencia. Saber a quién derivar un paciente y cuando hacerlo es muy importante. Cabe recordar que, el conocimiento sobre algún tema, no nos otorga la competencia para actuar al respecto.
En definitiva: si aplicamos sentido común y conocemos nuestros límites y limitaciones, estaremos realizando una mejor atención a nuestros pacientes. Y encima lo estaremos haciendo sin complicarnos ni complicarles la vida.
Lena Meißner renuncia a competir en la Costa del Sol y opta por centrarse en…
El debate sobre la mejor bici, lejos de cerrarse, promete seguir vivo hasta el último…
Arranca la cuenta atrás para hacerse desde el sábado con uno de los dorsales de…
Buenas noticias para el canadiense, que ya pone fecha a su vuelta a la competición…
Oliver sube al podio de un evento que vio al sudafricano ganar su primera carrera…
La isla acogió la segunda edición del Ibiza Sprint Triathlon, un evento que reunió a…