En el triatlón moderno, el rendimiento no depende únicamente de la preparación física y la estrategia de carrera. El material técnico, en especial en el segmento de ciclismo, ha cobrado un protagonismo decisivo. La teoría de las ganancias marginales sostiene que pequeñas mejoras en distintos aspectos, cuando se suman, pueden marcar la diferencia entre un resultado medio y un gran resultado.
En el contexto ciclista del triatlón, estas mejoras se traducen en ahorros de vatios, es decir, en una mayor eficiencia aerodinámica y mecánica que permite mantener velocidades superiores con el mismo esfuerzo.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta, antes de entrar en valorar las ganancias marginales que nos pueden aportar los diversos materiales, es nuestra posición en la bicicleta. Está posición será la que más ganancias nos aporte y debemos acudir a un biomecánico para que nos consiga posicionar de manera aerodinámica pero también lo suficientemente cómoda como para aguantarla el mayor tiempo posible.
A continuación, y teniendo ya claro que la posición corporal es la más importante, analizamos los principales factores en los que la tecnología y los materiales juegan un papel clave:
1. EL CUADRO Y LA GEOMETRÍA AERODINÁMICA.
Los cuadros específicos de contrarreloj y triatlón están diseñados bajo rigurosos estudios en túneles de viento. Las secciones planas y perfiles minimizan la resistencia frontal. El ahorro puede rondar entre 10 y 25 vatios en comparación con un cuadro tradicional de ruta, dependiendo de la posición del ciclista y de la velocidad.
Impacto: mayor transferencia de potencia y menor fatiga acumulada gracias a un diseño optimizado para largas distancias.
2. RUEDAS Y LLANTAS: EL VIENTO COMO ALIADO.
El tipo de rueda influye tanto como el cuadro. Las llantas de perfil alto (50–80 mm) y las lenticulares en la rueda trasera reducen el arrastre. Sin embargo, requieren destreza para manejar ráfagas laterales.
Ahorro estimado: entre 5 y 15 vatios a 40 km/h.
Claves: unas ruedas adecuadas pueden ser la inversión más rentable después del cuadro.
3. CUBIERTAS Y PRESIÓN ÓPTIMA
Las cubiertas de alto rendimiento, con compuestos de baja resistencia a la rodadura, pueden aportar mejoras notables. Un neumático bien seleccionado y con la presión correcta permite avanzar más con el mismo gasto energético. Es importante hacer una correcta elección de la anchura (28 mm, 25 mm vs 23 mm) y presión adaptada al peso del triatleta y al estado del asfalto
Ahorro: hasta 8 vatios en comparación con cubiertas estándar.
4. SISTEMA DE TRANSMISIÓN Y COMPONENTES.
Un grupo bien ajustado, con roldanas sobredimensionadas y lubricación específica, reduce la fricción mecánica. Incluso pequeños detalles, como una cadena encerada, pueden ser decisivos. Es crucial hacer un mantenimiento meticuloso para mantener la ganancia.
Ahorro: entre 3 y 6 vatios.
Materiales clave: tratamientos superficiales anti-fricción, rodamientos cerámicos.
5. MANILLAR Y EXTENSORES (ACOPLES)
El puesto de conducción condiciona la posición del ciclista, y por tanto, la aerodinámica. Las extensiones personalizadas, con ajustes milimétricos en altura y separación, maximizan la eficiencia de la postura.
Muy importante la comodidad, ya que una posición inestable genera pérdidas de tiempo en larga distancia.
Ahorro: entre 5 y 20 vatios, dependiendo de la optimización de la posición.
6. CASCOS AERO Y VISERAS INTEGRADAS.
El casco es una de las superficies más expuestas al viento. Modelos aerodinámicos, testados en túnel de viento, logran reducciones significativas de resistencia.
Ahorro: entre 5 y 10 vatios frente a un casco convencional.
7. MONOS DE TRIATLÓN Y TEJIDOS TÉCNICOS.
La ropa es otro punto de fricción con el aire. Los trajes de competición con tejidos texturizados en zonas estratégicas reducen la turbulencia.
Ahorro: hasta 10 vatios.
8. HIDRATACIÓN Y ACCESORIOS INTEGRADOS.
Los portabidones tradicionales rompen el flujo aerodinámico. Por ello, las soluciones integradas en el cuadro o en el manillar resultan más eficientes.
Ahorro estimado: entre 2 y 6 vatios.
CONCLUSIÓN: LA SUMA QUE MARCA LA DIFERENCIA.
Cada uno de estos factores, considerado de manera aislada, puede parecer insignificante. Pero en triatlón, donde la gestión de la energía es crucial, un ahorro acumulado de 40 a 70 vatios puede traducirse en varios minutos menos en el segmento ciclista y, lo más importante, en un mayor margen para afrontar la carrera a pie con reservas.
La inversión en materiales y tecnología, siempre acompañada de un correcto ajuste y mantenimiento, no solo aporta una ventaja competitiva: ayuda a buscar la excelencia a través de las ganancias marginales, un principio que ha transformado al ciclismo profesional y que ahora se ha convertido en parte del triatlón.
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