Alex Yee se consagra en el olimpo del triatlón con un oro en los Juegos Olímpicos de París después de un final agónico e inesperado. Alberto González, diploma olímpico.

París vive su esperado triatlón olímpico masculino y Alex Yee y Hayden Wilde dejan una de las imágenes para la historia, el día que Alberto González se consagra en los Juegos Olímpicos.

ALBERTO GONZÁLEZ EN EL CORTE BUENO DEL SENA


La élite masculina no podía decir que no estuviese avisada de la suma importancia del Sena en el desarrollo de la carrera. Sin sobresaltos en la salida, la velocidad y la decisión de Matt Hauser y Henri Schoeman definió los primeros metros de la natación. Unos en los que el triatlón español gozaba viendo a Alberto González situado en tercera posición.

Algo más adelante, y apurando el espacio de las boyas más cercanas a la orilla para hacer más cómodamente esos 900m de la primera vuelta nadada a contracorriente, el grupo se estiraba antes del paso por el pontón. En ese interludio necesario para afrontar la remontada del río, Hauser, Alessio Crociani, Schoeman y Pierre Le Corre aprovechaban para escindir el grupo, dejando a Alberto junto a Jamie Riddle en la frontera. Sin embargo, conscientes de la importancia de no perder los pies de cabeza, tanto el malagueño como el sudafricano hicieron un esfuerzo para conectar y reunificar a un banco de triatletas de unas veinte unidades.

Por detrás, Hayden Wilde era uno de los grandes perjudicados entre los favoritos perdiendo algo más de cuarenta segundos, incrustado en un grupo en el que también Antonio Serrat y Roberto Sánchez Mantecón.

En los últimos 600m la mayor sorpresa fue la fragmentación en cabeza, con Le Corre, Crociani y Hauser liderando con algo más de diez segundos. Lo que no cambió fue la tónica trasera, donde las diferencias continuaron aumentando entre los grupos. Alex Yee salía con algo menos de medio minuto perdido, unos cincuenta segundos tenía que recuperar el todavía campeón olímpico, Kristian Blummenfelt. Con más de un minuto de retraso se quitaba el gorro y las gafas Wilde. Un final al que se llegó con malas noticias para Serrat, quien recibía una sanción.

LOS FAVORITOS RESPONDEN EN LA BICI


Los famosos escalones y la larga transición marcó las divisiones con las que arrancarían los 40km sobre la bicicleta. Una en la que se desprendían del riesgo supremo a las caídas gracias al sol reluciente, la temperatura incrementando por momentos y un suelo casi seco que lucía París en esos momentos. Un contexto completamente diferente al vivido por sus homologas femeninas.

Y ahí, entró en acción la vena más ofensiva de Alberto González. Primero para atrapar al trío que le había sacado unos segundos. Después, para dar vida al mismos sexteto que había liderado la natación. No obstante, tuvo que rendirse al empuje de la gruppetta perseguidora y dar la bienvenida a otros 13 triatletas, entre los que se encontraban los franceses, Yee, Marten Van Riel, Tim Hellwig o Kenji Nener.

Por detrás, a medio minuto y aproximándose kilómetro a kilómetro, un grupo de muchísimos quilates con Wilde, Blummenfelt o Vasco Vilaça. Una situación favorable para ellos sostenida sobre dos pilares: su empeño y cierta falta de entente en cabeza. El ecuador del segmento plasmó estas dos variables y la constante: la diferencia se redujo a apenas una quincena de segundos y la reunificación de facto se producía unos metros después. Treinta y dos hombres rodaban juntos. A tres minutos lo hacía Serrat y a algo más de cuatro pedaleaba Sánchez Mantecón.

Entonces, con todos los favoritos en línea entró en juego el concepto más sentido de la definición de equipo y selección. Hombres como Sam Dickinson o Dylan McCullough trabajaron para sus primeros espaldas, Yee y Wilde, y se encargaron de secar los ataques de la pareja austríaca (Tjebbe Kaindl y Alois Knalb), el tímido de Blummenfelt o el del brasileño Miguel Hidalgo. Por su parte, Alberto González capitalizó el momento pasando a un segundo plano, antes de retornar a las posiciones de cabeza justo antes de la T2. Una transición marcada por la tensión y una caída en la que se vio involucrado Hauser.

LA BATALLA DE YEE Y WILDE SE DECIDE POR KO


Y entonces, comenzó la que se presumía iba a ser un ejercicio e exhibición de Alex Yee. Brillante en la transición y azuzado positivamente por Dickinson en los primeros metros, el británico se lanzaba a por el oro. No obstante, Wilde no iba a darse por rendido. El neozelandés tenía que trabajar y gastar para recuperar los seis segundos, pero en cuestión de segundos se ponía a su altura. París estaba en condiciones de afirmar que iba a vivir su anhelado duelo entre el inglés y el kiwi.

Instantes después, en el inicio de la segunda de las cuatro vueltas (de 2.5K), Wilde recogía el guante mediático y realizaba su apuesta. Un ataque seco al que sorprendentemente Yee no podía responder. No solo eso, sino que su rostro no ofrecía un buen gesto. La temperatura y la humedad hacían acto de presencia para atizar al subcampeón de Tokio. El gran duelo masculino era teóricamente efímero y se diluía tan rápido como la zancada de Wilde se alejaba de la de Yee. Al paso por el 5K, trece segundos les separaban sin que en el horizonte se atisbase tambores de cambio. El neozelandés era el virtual poseedor del oro y su siguiente paso por meta lo certificaba con unas diferencias que se habían estabilizado.

Sin embargo, la carrera tenía guardado un último giro de guion, de esos que quedan en la retina de todos.  A menos de 500m Hayden Wilde desfallecía por completo y Alex Yee le sobrepasaba para alzarse con la gloria. El británico sube a los cielos del olimpismo y se coloca a la misma altura que su compatriota Alistair Brownlee.

¡ALBERTO GONZÁLEZ ES OCTAVO!

A sus espaldas, nueve triatletas iban a pelear por el bronce con un González que la arrancaba en tercera posición. La extraordinaria actuación del español no iba a ser suficiente para mantener el pulso por el bronce con Bérgere, Le Corre, Hidalgo y Ricardo Batista y Vilaça, donde Léo Bérgere se apuntaba la medalla en casa. No obstante, una fantástica gestión de las fuerzas y un magnífico 2,5K final le permitía rebasar hasta seis rivales y cruzar la meta en octava posición. Alberto González acababa de entrar en la historia del triatlón español con su diploma olímpico.

Además, Antonio Serrat concluyó 32º y Roberto Sánchez Mantecón 36º.