Foto: Triatletas en Red
1- ¡Te mantienes sano! El triatlón es un deporte completo e inclusivo, que no entiende de limitaciones ni incapacidades. Son las condiciones de dificultad e incluso las limitaciones físicas las que inspiran. Si sientes que el deporte te hace sentir vivo, el triatlón es ese reto que, en un principio, parece imposible de conseguir. Pero… no. Todo empieza por salir de la zona de confort, entrenar y practicar triatlón.
Duermes menos. Pero el tiempo lo dedicamos a nuestras pasiones y nuevos objetivos. Es en estos momentos de entrenamiento cuando desarrollamos claridad mental e intimidad personal, que nos acompañan en las sesiones. Quien es triatleta sabe de lo que hablamos.
3- Cambio físico: Es inherente al practicar triatlón. Nada cambia el cuerpo como estos entrenamientos. Los glúteos dejan de estar “caídos” y pasan a ser firmes. Los muslos y las pantorrillas se tonifican. La zona abdominal se vuelve más firme. Los dorsales pasan a tener un mayor tamaño y te dan un cuerpo de “superman”; tu piel se ilumina gracias a la depuración diaria debido a la sudoración constante.
4- La fuerza mental: compañera indiscutible del triatleta. Cuando estamos a 40 km lejos del punto de salida, solos y en un paraje natural incomparable, cuando nos desplazamos 10 km a pie por senderos únicos o caminos cerca del mar sólo estamos nosotros. Nosotros y la naturaleza. Es entonces cuando nos sorprendemos de las lecciones que toman sentido. Aprendemos acerca del deporte, de las inseguridades, de cómo y de qué somos capaces realmente. Rápidamente, nos damos cuenta de que nuestro cuerpo se ha convertido en una máquina eficiente y bien engrasada. Pero lo mejor de todo es que hemos estado entrenando nuestra fuerza mental durante entrenamientos y retos duros.
¿Cuándo fue la última vez que pudiste decirlo, que lo hiciste? Hay mil y una causas, de bien seguro que hay una que te transmite una energía especial.
6- El miedo es un error: Realmente, el miedo aparece antes de que conquistemos el objetivo planteado. ¿El único camino? Afrontarlo, ya que el miedo te cohíbe de vivir demostrando tu potencial. Una vez la meta ya es una realidad, los sentimientos de orgullo y seguridad se hacen patentes. Qué gran sensación… Es única. ¿Te los vas a perder?
7- La felicidad es el resultado de conseguir tus objetivos: ¡Así es! Cuándo fue la última vez que te retaste a ti mismo y superaste ese reto que pensabas que se te resistiría? Esa sensación al cruzar la línea de meta reaparece a flor de piel cada vez que pensamos en ese momento. Como solo se vive una vez, ¡date una segunda oportunidad y empieza a entrenarte!
Fotos: Eric Basora
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