Miquel Romero es un anónimo compañero, al que seguramente no conoces,  que ha vuelto a nacer. Compartir su triste experiencia que os narra el en primera persona tiene una doble lectura. En positivo, puede contarlo. En negativo, Miquel abandona la bicicleta.

El pasado 31 de diciembre pasó lo que nunca uno quiere que pase….


Circulaba tranquilamente con la bici de carretera, sobre la línea blanca del arcén, y de pronto… ¡¡como una explosión!!!  Me encuentro a cuatro patas con todo mi cuerpo dolorido, hecho polvo, me sale sangre de la nariz. A unos 15-20 metros más adelante una moto en el suelo, un casco rodando, coches que se paran, una ambulancia, la policia, otra ambulancia… me encuentro sentado, con dolor de espalda y por todas las partes de mi cuerpo… empiezo a entender lo que ha pasado: una moto me ha embestido por detrás. 

Una llamada de teléfono.  Me suben en una ambulancia. Hospital. TAC urgente, una camilla en un box… llega Mónica… “creo que no me he roto nada” … la nariz, dos costillas y una vértebra (D12), todo el fin de año que teníamos preparado se para; de hecho, el mundo se para, el tiempo se para bajo una sombra que acaba de pasar y deja un doloroso rastro para todos los que me rodean, y para mi….

Casi tres semanas más tarde escribo esto, sé que no es una experiencia única, ni que sólo me ha pasado a mi. Yo lo puedo contar después de una operación de vértebras, y un doloroso postoperatorio, me espera un tiempo de recuperación… y sé que hay gente que no lo podrá contar, que hay otros que tienen su vida condenada y la de su familia y amigos… sé que podría haber sido peor, pero que también podría no haber pasado nada y la vida hubiera continuado…

Vivimos en un país que no está preparado para respetar, para compartir, que no es empático, que no tiene educación de ningún tipo, la ley del más fuerte… en este entorno un ciclista es una víctima segura que cada vez que sale a rodar lleva consigo un montón de números de una macabra lotería… que más tarde o más temprano toca… 

Es por todo esto que me despido, me despido triste, atónito por lo que ha pasado y consciente de la suerte que he tenido, pero ya no volveré a llevar bicicleta de carretera, no… nadie de los que me rodean ni yo mismo nos merecemos volver a correr el riesgo de que vuelva a pasar… 

¡¡¡HASTA SIEMPRE!!!