Foto: Triatlón
Y es que, en el mundo de la resistencia, somos conscientes de la adicción que genera pero a veces no somos conscientes del estrés físico/psíquico que conlleva cada prueba o las consecuencias de cada una de ellas. Calendarios cargados y pretemporadas más y más cortas, sin tiempo de reflexionar hacia donde queremos llegar y hasta donde podemos llegar “realmente”.
Pero es que nuestra conciencia nos juega malas pasadas cuando realmente estamos siendo inconscientes de donde nos “metemos”. El deporte de resistencia, el de la larga distancia, es exigente, demandante, adictivo y muchas veces se convierte en una obsesión para creernos más de lo que realmente podemos llegar. Es la inconsciencia en el deporte.
De todos esos aspectos hemos de sacrificar un poco de cada uno. Conscientes o inconcientes de que, a lo largo del tiempo, se va endureciendo y complicando, como la vida misma. Factores “controlados” internos como los “incontrolados” externos.
Conforme va llegando el día D van apareciendo dudas, complicaciones, tensiones, muchas veces vividas y pagadas por los que te rodean, que te entienden. Fuimos conscientes de donde íbamos pero a veces muy inconscientes del camino para lograrlo.
Muchos están preparados para ello, por sus aptitudes; muchos otros no lo estamos por nuestras capacidades. Pero seguimos adelante porque, ahora, cualquier excusa es suficiente para convencerse o convencer a los nuestros que ya que estamos en el lío, de “perdidos al río”.
Sin más y porque el tiempo pasa rápido, y las sesiones que nos hemos saltado, junto a las malas recuperaciónes, nos llevan al dia “D”, el día del reto. Sea cual sea la modalidad hay muchos nervios, asociados al entorno, pero que cuando nos juntamos en la línea de salida somos conscientes de lo que hicimos en apuntarnos, pero inconscientes de lo que representaba. Y sin tiempo de pensar en más, esa mezcla nos da un punto de adrenalina que nos hace salir al 200% y, durante la prueba, lo disfrutamos, lo sentimos, lo sufrimos, lo lloramos, lo compartimos.
La conciencia la dejamos atrás ya que en los momentos difíciles no queremos ni pensar ni mirar atrás, solo cruzar esa tan deseada meta. Sí, aquella que pensaste un dia que era imposible, pero que tu inconciencia te animaba a intentarlo. Donde conscientemente el día que te sentaste delante del ordenador con la tarjeta, sin mirar el importe rellenaste tus datos, validaste la operación, fácil.
Sin certificados, ni aptitudes necesarias, sin más, te convertías conscientemente en un inconsciente más, sin saber los sacrificios que ibas a tener que hacer. Independientemente de lo mucho que nos ha llenado el camino y, sobre todo, el cruzar esa deseada meta sin tiempos, conscientes de que la íbamos a cruzar pero inconscientes de a qué precio.
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