“Si apuras la frenada, serás más rápido durante más tiempo”. Esta es una lección ancestral en la larga vida del ciclismo que puede ayudarte a mejorar poco a poco encima de la bicicleta y dominar el tema frenos. Hoy te traemos algunos consejos que son importantes a la hora de dominar el “frenado rápido”.
Frenar en las curvas
Antes de girar, debes frenar con ambos frenos a una velocidad con la que puedas doblar la curva con seguridad. Esto va a misa. Cambia tu peso y tira hacia adentro desde el borde exterior del carril permitido lo más lejos posible. No lo olvides: ¡está prohibido utilizar el carril contrario!
Es fundamental evitar “frenar” en la posición inclinada. Si las ruedas se bloquean en esta posición, podrías perder el control si los neumáticos pierden su agarre y se resbalan.
Apunta hacia la salida al comienzo de la curva. Sin casi esfuerzo, la rueda toma prácticamente el camino correcto por sí sola. No hay pedaleo en la curva porque el pedal podría tocar el suelo debido a la inclinación. Deja que la fuerza centrífuga lo enderece lentamente detrás del vértice y lo lleve hacia afuera.
Si a pesar de todas las precauciones, resbalas porque has ido demasiado rápido o bien el suelo estaba resbaladizo, manten la calma. Bajo ninguna circunstancia debes frenar de forma desesperada, pero si deberías intentar enderezarte y (si es posible) pedalear sin cambios bruscos y agitados y sin movimientos de dirección.
Frenar cuesta abajo
Es muy tentador estar bajando una pendiente y para reducir la velocidad empezamos a usar como locos los frenos, pero ¡definitivamente no deberíamos hacerlo! El pulido de las pastillas en la llanta crea un calor enorme, que puede provocar roturas de mangueras y llantas de carbono deslaminadas (y por lo tanto destruidas).
Para reducir la velocidad, debemos frenar alternativamente con los frenos delanteros y traseros para que la otra llanta se enfríe de nuevo gracias al contacto directo con el viento.
Y antes de tomar una curva, recuerda: presiona ambos frenos antes de la curva con tanta fuerza como veas necesario y luego vuelve a abrir la mano.
En condiciones de humedad, y especialmente con llantas de carbono, las pastillas primero tienen que empujar el agua fuera de la llanta antes de poder frenar. Siempre debes tener esto en cuenta para que dosifiques la fuerza de la mano con tal de que no te sorprenda un efecto de frenado mucho más repentino y retardado.
Frenos de disco
El freno de disco se está convirtiendo inexorablemente en el freno estándar en casi todas las bicicletas de hoy en día. ¿La razón? Ofrecen mucho mejor rendimiento, especialmente en términos de dosificación y comportamiento de frenado en condiciones de lluvia.
Pero antes de que puedas acelerar a la velocidad máxima con tu nuevo disco de carreras, debes ajustar las pastillas de los frenos. Para hacer esto, acelera y frena aproximadamente una docena de veces (aproximadamente a 25 km/h) con cada freno y luego frena brevemente, pero con fuerza (sin detenerte por completo) tanto con los frenos delanteros y traseros, uno tras otro.
El mismo consejo se puede aplicar a los frenos de disco: Si frenas, existe el riesgo de que las pastillas se saturen debido a la enorme cantidad de calor generado, y los discos de freno también se queden dañados en el proceso.
Parada de emergencia
Dado que a veces el único último recurso es el frenado de emergencia, deberías ya haber internalizado este proceso salvavidas. Para detenerte lo más rápido posible desde la velocidad máxima, mueve tu peso sobre el sillín y sitúalo lo más atrás posible. Mira que tus brazos queden totalmente estirados. Quédate sentado de tal forma que la rueda trasera no pueda levantarse. Tira de ambos frenos con fuerza y de manera uniforme.