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¿Correr por montaña o por asfalto? Diferencias y beneficios

Salir a correr acompañado de pájaros, árboles, animales andantes de todo tipo y, probablemente, un silencio permanente roto por tus propias pisadas y tu acelerada respiración. El mundo de la montaña. O salir a correr acompañado de vehículos, una presencia constante de personas, semáforos, obstáculos diversos y un ruido permanente. El mundo del asfalto.

A grandes rasgos, estos son los dos escenarios existentes si comparamos el trail running (montaña) con el running por ciudad. Cada uno marcado por sus propias particularidades que lo hacen único. Cada uno, con sus puntos positivos y negativos. Y precisamente por ello, la elección es a gusto del consumidor. Ya que generalmente es más frecuente empezar corriendo en asfalto, aquí va un pequeño recopilatorio de las principales particularidades que tiene la montaña, y sus diferencias con el asfalto.

1. ¡Cuidado qué pisas!

Caernos nos podemos caer en ambos sitios, pero está claro que la montaña presenta más elementos peligrosos que el asfalto. Ramas, raíces, piedras, montículos de arena… Toda precaución es poca cuando corremos por montaña y siempre es recomendable fijar la vista en el suelo para no tropezar con nada..ni nadie.

Además, el propio terreno montañoso modifica nuestra pisada, menos uniforme y más inestable. Por eso debemos pisar fuerte y con seguridad. Para ello, no está de más fortalecer los ligamentos y los tobillos de nuestro tren inferior.

Aunque cuidado, tampoco es cuestión de mirar siempre al suelo! Combina mirar al suelo y al frente, ya que un tronco o cualquier otro obstáculo puede darte un disgusto. En asfalto, la “peligrosidad” del terreno baja mucho ya que generalmente suele ser plano. Y es por ello que tendemos a mirar poco al suelo.

Y no nos olvidemos del calzado. Ante un terreno tan variable como presenta la montaña, es importante correr con unas zapatillas adecuadas. Con una amortiguación suficiente, resistentes, estables, transpirables… son algunas de las características necesarias que deben tener nuestras zapatillas.

2.  Mejor ser precavidos

Además del terreno, hay otros elementos que hacen que la peligrosidad cuando corremos  sea mayor en plena naturaleza que en la ciudad. Por ejemplo, el clima. Siempre se ha dicho que en la montaña el tiempo es muy cambiante (especialmente en alta montaña). Y a fe que es verdad. Así que, sin pasarse, siempre viene bien ser un poco precavidos y llevar algún que otro elemento de seguridad cuando salimos por montaña.

Sobre todo si salimos solos, llevar encima el teléfono móvil es recomendable. Más que para registrar nuestro entreno, escuchar música o hacer fotos, para poder llamar en caso de emergencia.

También no está de más tener algo que llevarse a la boca, por si las moscas. Una barrita o pieza de fruta y un poco de agua. Sobre todo si estamos muy enganchados (o en su defecto, si nos perdemos), el entreno puede alargarse más de lo previsto. Y es entonces cuando agradecerás esa comida/bebida.

Y, por último, una prenda de ropa ligera. Hoy día, algunas marcas ofrecen cortavientos que ocupan poco espacio en la mochila y que incluso pueden llevarse en la mano mientras corremos. Y cuando el clima se gira por sorpresa, una prenda así nos puede salvar. Evidentemente, también puede sorprendernos el tiempo cuando corremos por la ciudad, pero seguramente estaremos más cerca de casa.

3. Sin prisa y con pausa

Empezar a correr por asfalto es fácil. Coger un ritmo cómodo en un terreno llano nos ayudará a incrementar poco a poco nuestro nivel. ¿Y la montaña? Hay quien opina que, previamente a correr por montaña, primero hay que tener un bagaje en asfalto. Sin duda, será una ayuda haber corrido antes en asfalto. Pero en mi opinión, no es indispensable. Podemos empezar a correr y hacerlo en plena naturaleza. Eso sí, ir paso a paso, sin prisa, será si cabe aún más importante. Y si hay que pararse y hacer una pausa, tomarse un descanso, no pasa nada.

4. El reloj… en segundo plano

Una de las particularidades de la montaña es la tranquilidad que transmite. Y es por ello que muchas veces el pulsómetro queda olvidado, de modo que nos guiamos por sensaciones. El ritmo, las pulsaciones, los intervalos.. todo queda en segundo plano. Al contrario del asfalto, donde normalmente estamos continuamente pendientes del reloj y donde cada minuto cuenta.

Así que, tras este repaso a ambas modalidades. ¿Con cuál te quedas?

David Giménez

Mataró, 1992. Graduado en Periodismo por la UAB. Atleta popular o algo parecido. Amante de los deportes y de la política. Atletismo y triatlón en vena.

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