Foto: Deportesevolution.com
Como puede ser un historial de lesiones anterior, no escuchar las señales de advertencia de nuestro cuerpo, rasgos de personalidad como el perfeccionismo excesivo, falta de autocontrol o carencia de habilidades de afrontamiento ante las dificultades que surjan, una fuerte identidad deportiva o excesiva dedicación, que nos haga percibirlo como un estresor más, así como una fecha fija con un objetivo importante de competición.
Como son las relaciones que se pueden establecer dentro de un equipo de rivalidad interna, sentir presión por parte del entrenador, familia, compañeros, una mala comunicación con el entrenador, o un sentido del deber o de unas expectativas hacia el equipo que no corresponda a la realidad.
Como la normalización del dolor, de las lesiones por exceso de entrenamiento, pensando que son menos importantes que las traumáticas, así como una excesiva competitividad o la obsesión por tener que cumplir ciertas metas, ritmos y tiempos, a toda costa.
Por lo tanto, vemos que, en muchas ocasiones, el propio deporte es un componente de estrés más, que, al contrario de hacernos mejorar en nuestro rendimiento, nos limita, añadiendo fatiga y carga a nuestro cuerpo. Estas lesiones se están generalizando en el mundo amateur, unido, además, en demasiadas circunstancias, a la falta de conocimientos acerca de un buen plan de entrenamiento, sus ciclos, su carga, su configuración.
El propio plan de entrenamiento nunca debería suponer un estresor más a añadir. No realizar el entrenamiento dedicándole el tiempo necesario, en los ritmos y cargas planificados, puede ser tanto o incluso más perjudicial que no hacerlo. Así que, ante la duda, priorizar el descanso, aunque ello nos haga “saltarnos” un entrenamiento (que no es lo mismo que perderlo) nos va a ayudar a rendir mejor al día siguiente.
Como vemos, es importante controlar el estrés como variable que nos hace ser más vulnerables a lesionarnos, de la misma forma que controlamos la alimentación, el descanso, o el entrenamiento cuando se van acercando nuestros objetivos de competición. Ser conscientes de nuestra realidad, establecer una buena comunicación con nuestro entrenador y/o psicólogo deportivo, así como entrenar las propias situaciones estresantes que de por sí se dan en una competición, sobre todo con tanta incertidumbre como es el deporte del triatlón, aprender algunas estrategias como la relajación, visualización o establecer rituales pre- competición, nos va a ayudar a mantener un control sobre estas circunstancias y disminuir así el riesgo de lesión por este factor.
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