El catalán calca su resultado de hace un año y por segunda temporada consecutiva logra el slot en la isla donde Mikel Ugarte no ha corrido la misma suerte.
Jordi Montraveta repite la misma película que en 2024 y logra el slot español para el Mundial de Niza en una 33º edición del Club La Santa Ironman Lanzarote de contrastes que se ha decidido en una trepidante carrera a pie en la que David Magnien ha sido el más fuerte y Mikel Ugarte ha terminado séptimo.
Horas antes de ese desenlace, concretamente en la víspera se conocía la baja de uno de sus grandes favoritos, el italiano Gregory Barnaby debido a una tromboflebitis superficial. El adiós del vigente campeón de las Ironman Pro Series contrastó con la presencia de una Lucy Charles-Barclay que lograba una imperial victoria en la isla siete años después de cosechar su primera victoria profesional en este circuito.
Sven Thalmann rompió los esquemas de la élite masculina en la natación y allí donde Mikel Ugarte lideró el curso pasado, el helvético lo ha hecho de principio a fin en los 3800m alrededor de las aguas de Puerto del Carmen.
Sin concesiones ni esperas de ningún tipo, el suizo se convertía en el hombre más rápido y lograba al quitarse el gorro y las gafas una ventaja de casi un minuto y medio respecto a Clement Mignon y Mathias Petersen, sus inmediatos perseguidores. Un TOP3 al que siguieron Mikel Ugarte y Arnaud Guilloux a 3’10”. En el abanico del cuatro lo hacían Ben Hoffman, Ander Irigoyen o Kristian Grue; mientras que Alberto Casillas se enfilaba hasta rozar los siete minutos de pérdida y Jordi Montraveta y Jon Breivold eran los más perjudicados sobrepasando sobradamente los ocho minutos de retraso.
La partida propuesta por Thalmann tenía un propósito, llevarlo lo más lejos posible en una bicicleta donde su debilidad iba a ser visible desde los principios compases. Con el liderato del suizo deshaciéndose como un helado al sol antes de la primera referencia (26K), la carrera la pasaba a liderar un Mignon que comandaba un cuarteo conformado por Petersen, Dylan Magnien con una formidable progresión y Ugarte.
A partir de ahí, la prueba pasó a un tramo en el que la remontada del resto de favoritos centró toda la atención. Una narrativa que se desarrolló progresivamente a lo largo de esos 2500m de desnivel comprimidos en 180K y cuyo clímax llegó justo después de entrar en el último tercio del segmento ciclista. Fue entonces cuando los Grue, Breivold, Palmer, Anthony Roux y Montraveta terminaron entrando en el tren delantero de siete.
En ese sentido, y demostrando su portentosa bicicleta, el catalán quiso poner la guinda final a su remontada bajándose el primero en la T2.
Animado por su actuación, Montraveta se aventuró a comandar los primeros pasos de la carrera a pie, pero si bien siempre al frente, la suya fue una caminata compartida junto a Petersen, Breivold, Grue y Ugarte. No obstante, era en el lapso del km15 al medio maratón donde las cosas comenzaban a moverse. Los noruegos cedían diez segundos y Mikel caía hasta la séptima posición después de perder casi un minuto y verse superado por los galos Magnien y Mignon. Pero ese mismo descenso reflejaba lo que estaba siendo la competición, una batalla donde a menos de 20K para el final, menos de sesenta segundos separaban a siete hombres de la victoria (y el slot).
No obstante, en ese punto el tablero de juego cambió y Petersen asumió la cabeza y con su ritmo se despedían definitivamente Breivold y Ugarte. En cambio, Montraveta, Magnien y Mignon se aferraban a él antes de que su valentía se tornara en su contra apenas 5K después. Entonces, a falta de solo 6 kilómetros para la meta Magnien se veía por primera vez en cabeza con una renta de medio minuto sobre Jordi y un 1’21” respecto a su compatriota quien tenía que valorar si tratar de ir a por el ilerdense o asegurar el tercer lugar respecto a Petersen.
Finalmente, no hubo elección sino pura resistencia física. La misma que llevó a Dylan Magnien a su primera victoria profesional en distancia Ironman, a la plata y al slot a Jordi Montraveta – a quien el triunfo se le resistió por 38″ – y a Mathias Petersen cerrar el podio (+3’14”).
Un monólogo. Un monólogo de Lucy Charles-Barclay, eso hemos presenciado en la élite femenino de Ironman Lanzarote. Un soliloquio entre ella y la isla después de siete años de ausencia en la competición del lugar que le acoge y entrena durante el año. Una revisión pública de esos escenarios que conoce como la palma de su mano y que lo ha querido hacer patente desde la primera brazada como una insaciable loba de mar, aunque su apodo sea sirena.
Charles-Barclay no ha necesitado más que un único centenar de metros en las aguas de Playa del Carmen para reformular la competición en una contrarreloj personal donde su mayor rival ha sido ella misma. En ese formato exclusivo y solitario, la británica ha salido del agua en apenas 48:24 dejando la carrera sentenciada. Por detrás, en una realidad paralela, Justine Guerard y Maja Stage Nielsen buscaron la T1 a casi siete minutos de la campeona del mundo (+6’50”) y Jeanne Collonge hacía lo propia a ocho (+7’58”). Con el resto, el abismo estaba más próximo a la quince que a la decena de minutos, pero eso no era nada con lo que todavía estaba por suceder.
Esto no era otra cosa que el segundo episodio de una saga con mismo guion: arrasar sin contemplaciones ni miramientos. O, mejor dicho, simplemente ser una profesional perfecta y ofrecer su mejor versión pese a no necesitar de un esfuerzo semejante para imponerse.
Al final de los 180K, Lucy Charles-Barclay contaba con una renta de más de quince minutos con su inmediata perseguidora, una Collogne que hacía buenos los pronósticos que la situaban entre las candidatas a subir al podio. La francesa lograba arañar una distancia de unos dos minutos respecto a la alemana Merle Brunnée, quien, a su vez, ponía tierra de por medio con Rosie Wild, a quien plantearle simplemente una caza en la carrera a pie parecía misión imposible puesto que la separaban más de quince minutos con la teutona y más de media hora respecto a Lucy.
En ese punto, la batalla por la segunda y tercera plaza se antojaba como el único frente abierto.
Por delante un maratón en el que Lucy Charles-Barclay (9:17:15) disfrutó de un baño de masas en medio de su paseo militar antes de conseguir su segundo triunfo en Ironman Lanzarote. Por su parte, Jeanne Collogne (+20’20”) y Merle Brunnée (21’01”) disputaron un duelo parejo que acabó en tablas tras correr en cronos similares o mínimamente favorables a la primera que dejó satisfechas a ambas y les daba pase directo a Kona.
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