Nunca antes se había visto más espera por una bici, que por un coche que puede llegar a costar hasta 20 veces el precio de un modelo cualquiera, sea de carretera, montaña, gravel, o eléctrica.
El COVID ha colocado la miel en los labios a toda una industria que se ha visto lógicamente arrollada por la demanda brutal que han sufrido desde todas las partes del mundo, que han visto como el epicentro del movimiento de globalización, en Asia, era incapaz de abastecer un público ansioso por incorporar el ciclismo en su rutina de vida
Marcas pioneras como Specialized, se han quedado ya sin algunos de sus modelos más demandados correspondientes a la temporada 2021.
Velo, la empresa china suministradora de puños y sillines a casi todas las marcas de bicicletas del mundo cuenta con una fecha de disponibilidad actual superior a los diez meses, y subiendo.
Shimano y Sram, los dos fabricantes de componentes más importantes del mundo, no pueden ni garantizar fechas de entrega de básicos como pueden ser un conjunto de frenado.
Y por increíble que lo parezca, los más perjudicados no van a ser ni las marcas, ni los fabricantes, ni el cliente. Las pequeñas tiendas, que contactan directamente con el comprador, van a ser las que más van a sufrir las quejas y el desencanto de aquellos que ya han pagado miles de euros por una bici, cuya entrega podría llegar a demorarse en más de 10 meses.
La continuidad entre las vacaciones y la pandemia en China y Taiwan propició que la parada de productividad fuera demasiado prolongada. Todas las factorías de cuadros y componentes -la gran mayoría- vieron como se detenía su producción, y al volver a la nueva normalidad, la desconfianza de los asiáticos respecto al resto del mundo, provocase una cancelación de muchos pedidos. Desde marzo la demanda y la revalorización de la bicicleta ha crecido hasta extremos increíbles, pero aún así, los pedidos de fabricación se habían cancelado.
Hoy, los fabricantes venden más que nunca en la historia. O venden lo que pueden ante esta brutal nueva demanda. Pero se han quedado sin ‘stock’. Durante los primeros meses las tiendas agotaron sus existencias, y al querer ‘reactivar’ los pedidos cancelados, pero aumentando su volumen, la producción se ha visto superada.
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