Tadej Pogačar hizo buenos los pronósticos y en la prueba italiana ofreció una demostración de las que crean afición.
Todo el mundo estaba avisado, el gran favorito a la victoria en la Strade Bianche era el esloveno, pero cumplir con las expectativas es lo más complejo. Y Tadej Pogačar no solo lo ha hecho, sino que ha realizado una actuación de las que se recuerdan siempre.
Incluso pareciera que las modificaciones que presentaba la 18ª edición de la clásica de la Toscana; por primera vez se superaban los 200km y los tramos de sterrato pasaban de 11 a 15, así como el estreno tardío de la temporada por su parte estuvieran hechos para dotar de más peso al triunfo del esloveno.
MONTE SANTE MARIE: DONDE NACE LA LEYENDA Y LA TUMBA PARA SUS RIVALES
Era su primer dorsal del año y Pogačar tenía ganas de demostrar que, en su regreso, continúa con la misma forma y hambre insaciable de siempre. Más en una carrera donde ya había escrito su nombre en 2022. Y dos años más tarde, en el mismo lugar que entonces, pero en esta ocasión mucho más lejos de línea de meta, fraguó de nuevo su leyenda. En Monte Sante Marie.
A 80 kilómetros de meta, sentado, por fuerza, sin aspavientos y dejando en el retrovisor a todos sus rivales. En el segmento de sterrato más largo (11’5km) y más duro. Donde había anunciado que lo haría. Ninguna escuadra, ni el INEOS-Grenadiers de Tom Pidcock (campeón en 2023), ni el todo poderoso Visma-Lease a Bike fueron capaces de hacer amago de perseguirlo en ese octavo tramo de tierra en Settone. Solo lo probó un Maxim Van Gils que más tarde volvería a ser protagonista.
EL COLCHÓN DE POGAČAR
Sin respuesta por parte del pelotón, el hombre de UAE Team Emirates se dedicó a consolidar su liderato. En menos de cuatro kilómetros le había metido un minuto al grupo perseguidor. A 70 de meta, diez después de su ataque, su renta ascendía a 2 minutos. En parte, gracias a sus condiciones, en parte a un pelotón principal desordenado y desorganizado carente de un equipo que asumiera la caza.
LOS MOVIMIENTOS TRASEROS, GANANCIA PARA POGAČAR
Sin cambios significativos en los siguientes tramos. No fue hasta que quedaron 56km, y con más de 2’30” perdidos con Pogačar cuando se produjeron los primeros movimientos para romper el grupo. Lo intentó Benoît Cosnefroy (Decathlon AG2R La Mondiale) que se llevó a una docena de corredores y dejó a Visma con un único superviviente, Christophe Laporte.
A 40km de meta llegó el ataque de Van Gils respaldado por el trabajo de su compañero Lennert Van Eetvelt (Lotto Dstny). Se iba en solitario Van Gils y unos kilómetros más tarde, buscaban su momento Davide Formolo (Movistar Team), Laporte (Visma), Van Eetvelt (Lotto Dstny) o Toms Skujiņš (Lidl-Trek). Este último de forma exitosa al atrapar a Van Gils. A menos de 20 para la meta, saltaba a la desesperada Pidcock (Ineos).
Eso sí, Pogačar saboreaba su gesta con un margen de más de tres minutos sobre el dúo perseguidor y de casi cinco del segundo grupo.
BAÑOS DE MASAS FINAL
Con su victoria sellado 80 kilómetros atrás, el entrenado por Javier Sola, se dedicó a disfrutar de los últimos compases de la carrera. Primero, con el aliento que le ofrecía el público concentrado en Le Tolfe. Después, en la ya mítica subida de la Via Santa Caterina (500 metros al 12,4%) antes de alzar los brazos en la Piazza del Campo de Siena. El segundo lugar del podio fue para Toms Skujiņš (Lidl-Trek), que supo regular mejor que Maxim Van Gils (Lotto Dstny), tercero, esos empinados metros.
Pogačar alzaba la bicicleta al concluir. No es para menos después de una . Con este triunfo, Tadej suma una clásica más a su palmarés y en el particular de la Strade Bianche alcanza con dos a Michał Kwiatkowski (2014, 2017). Se queda a una de Fabian Cancellara (2008, 2012, 2016). Otro reto más para un esloveno que parece no tener techo.