Con su figura y sus números la noruega ha desempolvado registros que llevaban intactos en el Mundial Ironman desde la década de los ochenta.
Kona no hace prisioneros, simplemente víctimas sin importar el pedigrí o el momento. Pocas escapan a su escabechina y si alguien fue adalid de esa resistencia fue la flamante nueva campeona del mundo, la noruega Solveig Løvseth. Un triunfo que más allá de lo dramático del mismo deja innumerables registros memorables que hacen del de la nórdica una victoria única y con tintes a triatlón antiguo.
Kailua-Kona coronó la madrugada del sábado al domingo pasado a la vigésimo tercera reina de la larga distancia de la franquicia y elevar a nueve las naciones con una mujer en lo más alto, pero con su coronación Løvseth también desempolvó y trituró datos de una época en la que los Campeonatos del Mundo estaban todavía en pañales. Para ello, tiró de presente para rebobinar sin pisarla hasta la década de los 80. Casi medio siglo.
SER LA TOP2: LAS BASES DEL TRIUNFO DE LØVSETH
En un paralelismo con su estrategia o a consecuencia de ella, todo comenzó sobre la bicicleta. La nueva oro mundial, firmó el segundo mejor registro del día con un crono de 4:31:57 a menos de un minuto de Taylor Knibb (4:31:00), lejos esos sí del 4:26:07 de Daniela Ryf de 2018. Sin embargo, demostró su capacidad de gestión de los esfuerzos al marcar el regreso más veloz desde Hawi, el ecuador del segmento ciclista.
Una administración de su rendimiento que prosiguió en uno de los campos que más daño podían hacerle, la carrera a pie, especialmente, teniendo en cuenta el nombre de sus rivales en este aspecto. Løvseth logró culminar su gesta con el segundo maratón más veloz de la jornada (2:55:47), únicamente detrás del de Kat Matthews (2:47:23). Una mejora en su carrera a pie que permitió tener a la nórdica números por debajo de los de Laura Philipp (2:55:53 y tercer crono) – algo impensable en el mes de junio cuando en Hamburgo, Solveig tuvo que dejar escapar tanto a la británica como a la alemana – y que sostuvieron su posición ante una Kat soberbia.
¡POR LOS PELOS! EL TERCER ORO MÁS PELEADO
Tanto es así que ese tira y afloja cada vez más inclinado hacia el lado de la británica, pero que finalmente contuvo la noruega, comprimió a ambas en un espacio reducido provocando que la distancia final entre ambas de apenas 35.38 segundos sea la tercera más pequeña de la historia, quedándose a un suspiro de los 33 que dilucidaron el triunfo de Dave Scott sobre Scott Tinley en 1983 y a seis de campeonato más apretado de siempre el que llevaron al límite Kathleen McCartney y Julie Moss en 1982 cuando el duelo entre ambas estadounidenses se resolvió por apenas 29 segundos. De nuevo, Løvseth devolvió al Mundial Ironman a su albor más primogenio.
Final ajustado y dinámica de carrera explosiva que derivó en un tiempo final consecuente con esa actitud ofensiva. Solveig venció con un 8:28:27 que se ha convertido en el cuarto mejor registro histórico en Kona y el tercer oro más rápido de todos detrás del 8:24:31 de Lucy Charles-Barclay en 2023 (récord del circuito), el 8:26:18 de Daniela Ryf en 2018 y el 8:27:33 que le valió a Anne Haug el subcampeonato en ese mágico 2023.
INESPERADA SAVIA NUEVA EN UN CAMPO DE VETERANAS
Tiempos y mujeres actuales para tiempos modernos. Sin embargo, en un mundo Ironman femenino en el que la veteranía se ha convertido en un grado y casi requisito imprescindible para llegar a lo más alto, Løvseth ha roto el patrón y el sábado a sus 26 años se erigió en la mujer más joven en ganar desde 1986 cuando Paula Newby-Fraser tocó la gloria por primera vez.
LØVSETH, HEROINA DENTRO DE UNA NORUEGA LEGENDARIA Y FUERA DE SERIE
Su éxito fue el primero de una triatleta noruega, pero su hito va un paso más allá puesto que su oro representa la primera medalla femenina para el país.
El título de Løvseth redondea así una temporada histórica para Noruega tras hacerse con los dos campeonatos – femenino y masculino – y sumar cuatro medallas de seis posibles gracias al triplete que en septiembre firmaron Casper Stornes, Gustav Iden y Kristian Blummenfelt. A excepción de la tres ediciones acontecidas entre 1981 y la doble de 1982 cuando Kona y Hawái era un territorio totalmente patriótico para con sus deportistas estadounidenses, el logrado por los nórdicos es un botín cuya magnitud y combinación no se ha había dado jamás y cuyo antecedente más equiparable es el de 1988 cuando los anfitriones se alzaron con el oro, la plata y el bronce en categoría masculina con Scott Molina, Mike Pigg y Ken Glah respectivamente y Kirten Hanssen puso la guinda con un tercer puesto en la élite femenina.
UN MAPAMUNDI COMPLETAMENTE TACHADO
Protagonistas esos cuatro nombres de dos circunstancias particulares. Por un lado, el cuarteto de campeones noruegos lo han sido en su debut. Nunca en una segunda participación o más allá. Blummenfelt lo hizo en 2021* (St.George), Iden en 2022 (Kona) y Stornes (Niza) y Løvseth (Kona) este 2025. Por el otro, pueden presumir de hacer de Noruega el único país en conquistar las cuatro sedes que ha pisado el Mundial Ironman en toda su historia.
GANAR A LA PRIMERA YA NO ES CUESTIÓN DE LAS PIONERAS
Y ese primer hecho, el de llegar y besar el santo es la última de las anomalías que en las que Løvseth trae de regreso la década de los 80.
Haciendo uso de la cronología inversa, en el Siglo XXI únicamente tres mujeres han debutado con título. La primera en hacerlo fue Chrissie Wellington en 2007 cuando tenía 30 años. La anterior a la noruega fue Chelsea Sodaro en 2022 con 33 años. En este sentido, las dos últimas novatas en alzarse con el mayor de los éxitos en larga distancia dieron visos de su calidad en Ironman Hamburgo, el lugar de su bautismo en los 226 kilómetros, donde ambas lograron subir al podio.
Contradictorios números actuales, en contraposición a la mirada global cuyos datos señalan que 10 de las 23 vencedoras lo hicieron al modo noruego, o lo que es lo mismo, el 43,48%. Sin embargo, es una imagen algo desdibujada, ya que, de ese porcentaje de casos, 7 de ellos (63,63%) y seis de forma consecutiva sucedieron en la primera década completa de vida de la élite femenina, los 80. De nuevo. Así ocurrió en 1979 con Lyn Lemaire, en 1980 con Robin Beck, en 1981 con Linda Sweeney, en 1982 con Kathleen McCartney y Julie Leach, en 1983 con Sylvianne Puntous y en 1987 con Erin Baker. En cambio, nadie lo logró en la década de los 90′ ni en la de 2010 a 2020. Algo ha cambiado.
El de Solveig Løvseth es el cuento perfecto moderno en forma, a la vez que ha reescrito la historia que llevaba dormida más de cuarenta años.