Charlamos con la catalana y Julen Díez sobre las impresiones de una carrera de luces y sombras, tanto en lo que estaba en su mano como en lo ajeno.
El súper-sábado de triatlón nos dejó la resistencia de Marta en Singapur para rozar el TOP10 de las T100, el infortunio de Roberto antes de tratar de revertirlo en la carrera a pie de Oceanside y también la nota más positiva con la segunda plaza de Sara Pérez Sala en Challenge Sir Bani Yas, acompañada de la decimosegunda de Julen Díez.
Un podio tan esperado en la previa como sin embargo sufrido a la práctica. Una vez más Monsieur Triatlón volvió a actuar para dejar patente que hasta que la acción no finaliza nada está garantizado, menos todavía cuando la organización y su (des)organización puede juega un papel determinante en el desarrollo de los acontecimientos. Eso es parte de lo que desprenden las reflexiones posteriores de Pérez Sala todavía en el Golfo Pérsico.
Sara acudió a Challenge Sir Bani Yas con tres conceptos claros, las condiciones térmicas de la isla, el margen de recuperación tras aterrizar en ella y las consecuencias de ambos factores “Sabíamos que íbamos a sufrir que hacía calor, que era difícil y que llegábamos un poco cansados”. Sin embargo, nos confiesa que para lo que no estaba preparada era para el caos entorno a la prueba “No sabíamos si vamos a salir a la hora, si no vamos a salir a la hora, lo de las piedras…”. Una situación que derivó en una impresión incómoda “A mí me ha dado la sensación de ‘vamos a competir’, pero es como de pachangeo”. “Challenge Sir Bani Yas ha sido como una montaña rusa” sentenciaba Pérez Sala.
No era para menos puesto que a lo ‘extradeportivo’ se unía minutos después lo que sucedía en la prueba. Una carrera que lideró durante los dos primeros segmentos antes de verse sobrepasada por la francesa Aurélia Boulanger.
Entrando en profundidad en ella, la atleta de INVERSE nos habla de sus percepciones a lo largo de la natación, la bicicleta y la carrera a pie.
“Disfruté mucho del agua porque estaba un poquito picada y había un poquito de corriente. Además, creo que supe leerla (las corrientes) bastante bien” nos comenta de su segmento fetiche donde aventajó en más de un minuto a sus inmediatas perseguidoras. Este también el único capítulo de la carrera sin incidentes, ni catastróficas desdichas. Porque estos llegaron tan rápido como se adentró en la T1. “En la transición la hice como nos habían dicho, pero luego me dijeron que no, que no era así, que me había equivocado. Bajo mi punto de vista, debieron poner unos conos para que eso no sucediera”.
Un contratiempo que presagiaba sin saberlo lo que le iba a suceder sobre las dos ruedas, en un segmento sobre la bici “chulo y rápido”, pero cuyos problemas con la nutrición y los avituallamientos condicionarían y sentenciarían su devenir final en la carrera. “Perdí la comida, no la cogí y, en el kilómetro de 30, ya no tenía agua. Y comida tenía porque siempre llevo por si acaso. Pero a partir de ahí agua ya no me quedaba” nos cuenta, apenas el inicio de su travesía. “En el segundo avituallamiento, que era de la subida, la cogí, volví a beber y me he quedé seca otra vez. Entonces, en el siguiente, tampoco lo pude coger”. Unos episodios que le hicieron plantarse y conseguir agua en el siguiente paso por el alto del día, pero de nuevo la organización no se lo iba a poner fácil “En la siguiente subida dije, voy a coger tres bidones, pero vi a todo el mundo parado, y no había ningún voluntario dándolos”. No obstante, sí hubo buenos compañeros “Había un grupo de edad que me lo dio y luego otro chico con bidones que me ha dado dos”. Una concatenación de hechos que mermaron su rendimiento deportivo y su salud hasta tal punto que Pérez Sala perdió cierta consciencia del punto de carrera en el que se hallaba “En el KM87-88 pensé que estaba llegando y ahí se me hizo de noche”.
Una falta de hidratación que arrastró al inicio de su carrera a pie. “Los primeros cinco kilómetros hice CaCos” tal y como se vio en la retransmisión. Mal arranque que le obligó a ceder la primera posición a Boulanger. No obstante, ese adelantamiento fue irónicamente un punto de inflexión positivo para Pérez Sala. “Cuando me pasó Aurélia pensé ‘tengo que intentar que se me vaya este dolor de tripa, beber agua porque terminé súper deshidratada y tirar’. Y partir de la tercera vuelta, me he puesto a correr, a coger ritmo, y de menos a más”. “Incluso al final le he recortado tiempo a Aurélia” nos expresaba satisfecha la catalana.
Sentir general de caos compartido también por Julen Díez decimosegundo en una carrera que conquistó inesperadamente el suizo Jonathan Guisolan.
El vasco vivía la prueba emiratí desde un prisma distinto, como un test de nivel antes de focalizarse en su objetivo principal, en el que no obstante cumplía con sus propósitos: terminar dentro del TOP15 e incluso mirar al TOP10. Una aproximación diferente a la competición que no le exentaba de sufrir la anarquía reinante. Un aspecto común para ambas élites que, según nos cuenta, hizo de la masculina “una carrera rara y loca”.
Una situación que fue notable “especialmente en la bici”. Algo que se tradujo sobre el sofocante asfalto de Sir Bani Yas en “Un segmento atípico. No fue el clásico en el que uno se va y ya no le vuelves a ver”. Para Díez, la bicicleta en la isla se convirtió en una especie de juego del gato y el ratón donde “Cogías gente, te soltaban y los volvías a coger”. Sobrevivió a esa chanza y a la lanzada involuntariamente por Challenge y le quedó energía para completar su remontada en la carrera a pie.
Ahora, los dos ya se centran en sus próximos compromisos.
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