El canadiense y Sam Long ofrecen el último duelo masculino de la prueba en un día donde el infortunio truncó la jornada de Ditlev.

Si tiene que ser el final, que sea uno festivo. Eso debieron pensar en Ironman 70.3. St. George donde pusieron el último clavo en su propio ataúd antes de bajar el telón del triatlón mundial bajo una especie de “Jazz Funerals” más propio de la cultura afroamericana de New Orleans (Luisiana) que de Utah donde la élite masculina actuó al mismo tiempo como los músicos de la banda y dolientes en esta celebración agridulce.

RYDER DESAFÍA A LOS ‘CAPOS’ EN EL AGUA


El último amanecer de ensueño acogió una natación en la que el olímpico Seth Ryder decidió tan pronto como escuchó el pistoletazo de salida que el suyo no iba a ser un nado para liderar una orquestra compacta sino un solo individual en el que únicamente accedió a tener un observador en tercer plano de la categoría de Marc Dubrick (+36”).

A minuto y medio salieron en la banda principal una decena de rivales en las que consiguieron entrar hombres tan potentes como Magnus Ditlev – el favorito mejor clasificado – o Jake Birtwhistle, uno de los dark houses. En cambio, en el habitual underground acuático se movieron Lionel Sanders (+2’30”) justo detrás de Matthew Marquardt, Cameron Wurf (+2’47”) y obviamente Sam Long (+3’45”) como siempre bregando con una condena que mejora con el tiempo pero parece destinada a ser perpetua.

SANDERS Y SU ‘NO LIMITS’ SOBRE LA BICI


La carrera cambió tan pronto apareció lo volcánico y rojizo de los paisajes de los alrededores de St. George. Sí, Ryder trató de aventurarse en un monologo solitario que sin embargo tenía el mismo futuro que el del propio evento porque tanto Ditlev en un primer momento (antes de que los problemas técnicos deshicieran la renta recuperada y enterraran sus opciones), como Sanders inmediatamente después pusieron sobre la mesa las credenciales que les señalaba como dos de los elegidos para tener el protagonismo en el adiós.

No obstante, era el canadiense el que parecía especialmente motivado en exprimir cada segundo en esas carreteras y tanto es así que en su empeño por despedir como debía a una prueba que le había dado tanto que antes de alcanzar el ecuador del sector ciclista no solo comandaba la marcha, sino que su ritmo endiablado superaba con creces el que imponía kilómetros más atrás un Wurf que con su vitola de sí recortaba margen respecto a sus rivales, pero no con Lionel. Lo mismo le sucedía a Long que realizaba la mayor de las remontadas y ascendía hasta la segunda plaza.

Un león de nombre muy de moda esta semana que como si estuviera recordando cada pasaje vivido en ese suelo y con una fe absoluta en si mismo, sin necesidad de Maddonnas ni Santos que le bendijeran, ni Espíritu Santo que le escogiera como el elegido, sino más bien trabajado científicamente para serlo, disparaba su distancia hasta los +2’40” minutos respecto a Long con la única plegaria de no pagar pecado en la carrera a pie.

Por detrás, Colin Szuch encabezaba un numeroso grupo de creyentes para ocupar el TOP3 del día entre los que también se encontraban Kevin McDowell, Ryder, Ben Hamilton, Jason Laundry o Wurf.

SANDERS SE LLEVA EL ÚLTIMO BAILE DE ST. GEORGE


Sanders o Long, Long o Sanders. Las dos figuras en activo más relevantes de las últimas ediciones se iban a disputar ser el último vencedor en St. George. Tan poético como atractivo en la práctica.

Lo intentó Sam que consiguió contraer el margen unos segundos, pero la igualdad en la carrera a pie entre ambos amigos fue la tónica hasta alcanzar el punto intermedio del medio maratón, donde con dos minutos a favor de Lionel, la prueba parecía sentenciada y así fue porque nada cambió.

La natación, siempre la natación y la fulgurante bicicleta del ganador habían abierto una brecha imposible de recuperar con un paso tan idéntico y Sam Long (3:40:08) que tenía St. George marcado en rojo tenía que conformarse con la segunda posición. La primera era para un Lionel Sanders (3:37:54) imbatible en 2025, que en el nombre de St. George y su historia cerraba el círculo entre fanfarrias felices y su cuarta victoria en el bolsillo en un día triste para este deporte. Colin Szuch (3:44:04) terminaba tercero después de aguantar la presión a la que le sometió Kevin McDowell (4º – 3:44:24) hasta casi cruzar la meta.

ADIÓS, ST. GEORGE, ADIÓS


No será hoy, quizá mañana cuando el triatlón llore la pérdida de St. George en el calendario, un lugar mítico que desconoce si su travesía en el desierto despojados de la élite se aproximara a los 40 años de los israelitas o a los 40 días de Jesucristo, pero esperemos que, por una vez, a quien corresponda caiga en la tentación y lo antes posible se atreva a traer de vuelta la competición a territorio utahño.