Gustau Raluy – ¿Habéis visto alguna vez a un triatleta montado en una bici con ruedecitas laterales de apoyo, pedaleando a una cadencia de 150 ppm (por lo menos)?

¿Por un momento os podéis poner en la piel de uno que en el primer triatlón de su vida sale del agua, corre como un loco por el pasillo de moqueta roja adelantando a quien se le pone por delante, llega junto a su bici, se calza las dos zapatillas simultáneamente haciendo la oruga con los pies, al tiempo que se abrocha el casco con las manos y, al salir del «parking-laberinto», ve ante sí una calle larga y desierta, y no sabe muy bien qué hacer, pero oye que todo el mundo le anima: ¡Corre! ¡Corre! ¡Que vas primero!? Y la madre alucinada, no porque su retoño salga primero de la transición (esto no deja de ser una carrera de niños), sino porque acaba de constatar que sabe vestirse deprisa, con lo lento que es por las mañanas…

Estos son solo dos ejemplos de situaciones vividas el domingo 13 de octubre en el Sailfish Kids organizado por el Club Triatló El Prat. Las series de los más pequeños nos brindaron actuaciones sorprendentemente veloces, y también algunas confusiones e imprecisiones que pasarána la posteridad gracias los videos de los allí presentes; en las series de infantiles y cadetes, en cambio, los espectadores vimos a triatletas que mostraron muy buenas maneras y disfrutamos de llegadas a la línea de pie al suelo perfectamente ejecutadas descolgándose desde uno de los pedales. Y en todos los participantes un denominador común: las piernas cargadas de velocidad y las miradas radiantes de ilusión.

La del domingo fue la tercera edición del triatlón infantil de El Prat, desde que no se celebra como complemento de la prueba de «mayores». La dificultad de organizar trazados de natación cortos y seguros en el mar y la posibilidad siempre al acecho de una meteorología incómoda para una prueba en la que participan niños de siete a catorce años hicieron que la organización, con Jordi Arias como máximo responsable y cohesionador, tomara la decisión de organizar un triatlón pensado exclusivamente para estas categorías en las instalaciones municipales, que cuentan con piscina y pista de atletismo.

En definitiva, se ha buscado el marco más propicio para que los jóvenes triatletas puedan expresar su potencial sin verse penalizados por el oleaje, el frío en el agua o en las esperas, con unos boxes organizados y seguros, y una zona de llegada espaciosa y cerrada. Las distancias van desde los 25 m + 1,5 km + 0,5 km en la categoría prebenjamines (que el ganador cubrió en poco más de 8’), hasta los 300 m + 7,5 km + 3 km en la categoría cadetes (36’ para el más rápido).

La fiesta concluyó con la entrega de premios a los ganadores, fotos de familia de todas las categorías y sorteo de regalos. Todos los participantes recibieron una camiseta, un gorro y una medalla: una camiseta que a buen seguro los triatletas van a lucir con orgullo en la clase de educación física del colegio y por la calle en verano, hasta que les quede pequeña o la pierdan en unas colonias; un gorro que llevarán al cursillo de natación o reservarán para los entrenamientos importantes, hasta que la silicona pase a mejor vida; y una medalla que, dentro de muchos años, el ya curtido triatleta encontrará en la enésima mudanza de su vida, dentro de una caja junto a quincalla de variada índole. Y entonces se le dibujará una sonrisa en el rostro y gritará a su pareja o a quien esté por allí cerca: ¡Mira quéhe encontrado, la medalla que «gané» en mi primer triatlón!

@Prat_triatlo

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