La británica aprovecha la cercanía con el Mundial para describir sus inicios en el mundo del triatlón y cómo una serie de hechos le llevaron al circuito PRO desde GGEE. Además, analiza las claves de Niza.
Ahora, a punto de vivir su tercera experiencia mundialista, la británica explica cómo afronta el cambio de Kona a Niza y rememora cómo se fueron dando los hechos para que su nombre esté asociado al de una de las figuras del circuito de larga distancia.
A diez días de la gran cita, reconoce que haber participado anteriormente en el Ironman 70.3 de la ciudad es un punto a favor respecto a sus adversarias “Me da algo de confianza en que conozco el recorrido mejor que otras personas”.
Un circuito que define como “hermoso y desafiante” y totalmente opuesto al de Kona. Por lo que espera “una dinámica completamente diferente” en la que las cartas no se pueden jugar de la forma habitual y favorable para sus intereses “Me vendrá mejor esa bicicleta más dura. Todos van a tener que subir y baja el puerto. Eso evitará que las triatletas puedan ir parapetadas en un grupo y luego bajarse a correr con todo su potencial”. Recordemos, que en esos 180 kilómetros, acumularán 2427m de desnivel.
Experiencia previa, dureza en uno de sus puntos fuertes y también una ventaja hasta ahora desconocida para todas aquellas triatletas que tienen su residencia en Europa. Ruth Astle no tendrá que hacer frente al cambio horario. “Es muy agradable no tener que lidiar con el jet lag (en las jornadas previas)”.
Sin embargo, antes de poder clasificarse sistemáticamente para el Mundial PRO, Astle vivió una necesaria transición de Grupos de Edad a Profesional. Algo que para aquellos que se lo estén planteando, o simplemente puedan preguntárselo, califica como “más difícil de lo que siempre esperas que sea”. Especificando que ese choque viene por la parte mental, más que por la física. “Te acostumbras a ganar y luego sabes que vuelves a comenzar y estarás en la parte trasera. Obviamente hay algunas excepciones”.
Astle también ha aprovechado para desmitificar una de esas frases que se repiten una y otra vez, la del volumen de entrenamientos y da la clave del mejor rendimiento, el descanso. “La gente asume que vas a entrenar mucho más, pero en realidad sabes que creo que la mayor ventaja proviene del tiempo de recuperación” y lo ejemplifica, personalizándolo en su propia experiencia. “Ahora duermo en promedio alrededor de 8 horas y media a 9 horas por noche en comparación con las 5 horas y media que dormía antes”.
Y en cuanto a la relación del salto físico y rendimiento apunta al segmento de bicicleta como aquel donde se vive un mayor contraste estratégico entre GGEE y PRO’s. Esencial para una deportista como ella, que accede a él lastrada por la natación. “Hay más táctica en las carreras PRO’s. Como profesional, tienes que tomar decisiones tipo <<¿Debo esforzarme un poco más para seguirles el ritmo o simplemente me quedo con lo que creo que debería ser mi potencia?>>. Aunque reconoce que, a pesar de su mejora, no ha tenido muchas situaciones similares. “Para alguien como yo, para quien la natación no es mi punto fuerte, la carrera no es tan diferente porque a menudo para mí sigue siendo una contrarreloj en solitario”.
Natación, bicicleta… Hay que echar la mirada atrás hasta 2014 para comprender la casualidad que llevó a Ruth Astle a introducirse en el mundo del triatlón.
Una mudanza a Londres, una ciudad desconocida en cuanto al círculo social y un spot libre en el Triatlón de Londres que le ofreció cubrir la empresa para la que trabajaba. Así es como comienza, su vínculo con el tri, pero no con el deporte. Para ello hay que remontarse a su niñez y juventud donde practicó hockey hierba y continuó al interesarse por el running, donde estaba preparando un maratón cuando el triatlón llamó a su puerta. “No había encontrado nada parecido en Londres (al hockey) y estaba un poco aburrida de solo correr. Pensé <<sé nadar, tengo una bicicleta, lo intentaré>>” comenta y prosigue con las consecuencias de aquella primera vez “Disfruté de la experiencia y, como resultado, me uní al Club local porque pensé que también sería una buena manera de conocer gente nueva en Londres”.
Una vez más, el deporte como herramienta social y agente de salud. De hecho, Astle va más allá y reflexiona sobre dos cualidades poco común en el del resto de deportes, inexperiencia y profesionalización tardía pueden ir de la mano.
“Había oído hablar de personas que se volvían profesionales a pesar de que no habían sido atletas de élite cuando eran jóvenes. No tenías que ser este tipo de persona super que siempre había hecho deporte de élite desde un niño y que, de hecho, podrías haber tenido un trabajo corporativo y luego haber pasado al deporte profesional“.
Después Astle solo supo ir a más. En 2014 en las competiciones de la liga londinense, un año más tardesu horizonte se abrió al verse con posibilidades de representar a su país en los GGEE. Lo logró, pero como comenta, pronto se dio cuenta de que “no era lo suficientemente buena para ser competitiva en esa distancia”. A puntos débiles encontrados, soluciones y análisis del potencial real “decidí subir de distancia”.
Pasó a Ironman 70.3. con resultado exitoso y ahí confiesa, escuchó por primera vez hablar de Kona, aunque su primera impresión no fue la esperada “¿Cómo puede la gente hacer eso? Me pareció muy largo y muy difícil”.
No le duró mucho esa percepción. Para 2017 ya había debutado en la distancia y sus ambiciones apuntaban a la Meca “Hice mi primer Ironman y pensé <<Quiero ir y hacer Kona>>”. Una oportunidad que llegó de rebote ese mismo año tras beneficiarse de un tercer puesto en el que la ganadora ya tenía su spot y la segunda renunció a él. En aquel estreno, Astle subestimó a la isla “Creí que si podía hacer uno difícil (Lanzarote), Kona tal vez no sería tan difícil”. Pero lo fue.
No obstante, el veneno ya estaba en su piel “Me picó el gusanillo, realmente disfruto de esto. Esto es lo que quiero hacer”. Tanto es así que en 2018 volvió y se metió en el podio de su GGEE y entonces relata que se le presentó por primera vez la disyuntiva de dejar el trabajo y dar el paso. Sin embargo, como explica, debido a su situación laboral “no era el momento adecuado para volverme profesional, así que pensé que me daría otro año”. Y lo aprovechó al entrar en la Zwift Academy, recibió más apoyos y finalmente en 2019 conquistó la categoría femenina de GGEE en Kona. Ya estaba hecho. “Logré ganar la carrera general, pensé <<esto es todo, voy a dar el paso, voy a sacar mi licencia Pro>>”.
Debutó ese mismo diciembre en Australia, y el resto ya es historia. Una que quiere seguir escribiendo en Niza y veremos en apenas unos días.
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