Un adiós doble a una de las parejas más emblemáticas del triatlón dentro y fuera de la competición.
El triatlón internacional despide a una de sus parejas más carismáticas: Richard Murray y Rachel Klamer han anunciado prácticamente al mismo tiempo su retirada del deporte profesional, poniendo fin a dos trayectorias que han marcado más de una década en la élite mundial. Ambos lo han comunicado con mensajes muy personales y emocionales, en los que hablan de dudas, orgullo, agradecimiento y de lo duro que es aceptar que ha llegado el momento de cerrar una etapa que ha definido sus vidas. Más allá de sus resultados, se marchan como una referencia dentro y fuera de la competición y como ejemplo de cómo compartir un proyecto de vida y deporte al máximo nivel.
Rachel Klamer se despide tras más de diez años instalada en la primera línea del triatlón mundial, desde que siendo muy joven empezó a correr Copas de Europa y pronto dio el salto estable a Copas del Mundo, Series Mundiales, Europeos y Juegos Olímpicos. En su mensaje de despedida describe su carrera como “un fuego que a veces ardía con intensidad y otras parecía a punto de apagarse, pero que nunca llegó a extinguirse”. Habla de la mezcla de orgullo, felicidad y dolor que siente al decir adiós, de cómo el triatlón la hizo crecer, creer en sí misma, conocer mundo y cumplir sus sueños.
En su palmarés destacan el título de campeona de Europa de triatlón élite, una victoria en la World Triathlon Series de Abu Dabi y cuatro participaciones olímpicas, con un cuarto puesto en Tokio que ella misma define como “un motivo de orgullo sereno más que de frustración”. Klamer subraya que no se arrepiente de nada, incluso cuando se pregunta si podría haber entrenado más duro: siente que llegó tan lejos precisamente porque vivió el deporte de una forma que le permitió disfrutarlo la mayor parte del tiempo. Agradece de manera especial el apoyo de su familia, su marido, sus entrenadores y patrocinadores, y deja claro que el triatlón seguirá formando parte de su vida, aunque ahora quiera abrir espacio para nuevos sueños, como restaurar una vieja casa rural y convertirla en un lugar donde compartir conocimiento y experiencia con otros deportistas.
Richard Murray, por su parte, se retira tras unos 15 años en la élite, en los que ha pasado del duatlón y el ciclismo a convertirse en uno de los grandes nombres del triatlón internacional. En su carta de despedida reflexiona sobre cómo todo lo que merece la pena en la vida exige lucha y cómo, después de pelear durante tantos años por sus objetivos, el triatlón se volvió una parte inseparable de su identidad. Recuerda cómo le dijeron que nunca sería lo bastante bueno nadando y cómo eso le sirvió de combustible para pasar cinco años transformando la natación de punto débil en arma competitiva, hasta alcanzar su pico entre 2012 y 2017/18.
Su lista de logros es impresionante: cuatro participaciones en Juegos Olímpicos, con un cuarto puesto como mejor resultado; tres victorias en pruebas de la Serie Mundial (Hamburgo 2012, Edmonton 2015, Leeds 2018); tres títulos mundiales de duatlón (dos en categoría júnior y uno élite); múltiples triunfos en Copas del Mundo y cerca de 300 triatlones disputados alrededor del mundo. Murray también habla abiertamente de su fibrilación auricular, un problema cardíaco que apareció en torno a 2020/2021 y que marcó el inicio de su transición fuera del alto rendimiento: aceptar que su corazón ya no funciona al cien por cien ha sido duro, pero es algo que ha elegido respetar pensando en su salud futura.
Más allá de lo deportivo, la historia de Rachel y Richard es también una historia de pareja construida alrededor del triatlón. Él recuerda cómo en 2013 el deporte le “regaló” a Rachel Klamer, a quien define como uno de los mayores regalos de su vida: alguien con quien compartir el camino, crecer y, hoy, llamar esposa. Desde entonces han sido una presencia habitual juntos en grandes citas internacionales, entrenando, compitiendo y apoyándose mutuamente en los momentos buenos y malos. Ahora, sus despedidas se entrelazan: ella habla de seguir persiguiendo sueños de otra manera, y él, de pasar de cuidarse solo a sí mismo como profesional a cuidar de otros deportistas.
Ambos coinciden en su inmenso agradecimiento a familias, entrenadores, federaciones, patrocinadores, amigos y a todas las personas que han creído en ellos desde sus inicios. Sus mensajes comparten un mismo tono: no es un adiós al deporte, sino el cierre de una etapa y la apertura de otra. Los dos dejan claro que el triatlón seguirá dentro de ellos y que, aunque ya no se alineen como profesionales, siempre serán atletas de corazón.
El siguiente capítulo de sus vidas también estará ligado al deporte y lo afrontan como un proyecto compartido. En los Países Bajos, Rachel Klamer y Richard Murray están dando forma a “The Austie”, donde transforman una antigua granja con valor patrimonial en alojamiento, centro de entrenamiento y “hogar lejos de casa” para deportistas y personas activas. La idea es crear un espacio en el que se pueda entrenar, descansar, desconectar del ritmo frenético del día a día y compartir la pasión por el deporte en comunidad.
El coaching será otra pieza clave de su nueva etapa: Murray quiere trabajar tanto con la próxima generación como con grupos de edad que buscan mejorar y Klamer aspira a compartir el conocimiento acumulado tras tantos años en la élite. Juntos, pasan de perseguir sus propias metas deportivas a ayudar a otros a alcanzar las suyas. El triatlón pierde a dos referentes en la línea de salida, pero gana una pareja que, desde fuera de la élite, seguirá aportando experiencia, pasión y ejemplo a las futuras generaciones.
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