El alemán se lleva el Mundial en una carrera eléctrica, vibrante y llena de alternancias y que acabó con una lluvia de récords, incluido el de la prueba.

El retorno de la élite masculina a Kona prometía emociones fuertes y The Big Island ha respondido a sobrepasado las expectativas en un Mundial convertido en una montaña rusa tan explosiva en los tiempos, como con los favoritos en un evento donde ha ocurrido de todo antes de coronar por tercera vez a Patrick Lange.

LAIDLOW Y KOOLHAAS EJECUTAN, BENITO BRILLA


Hay días y días, pero pocos se igualan en el mundo del triatlón de larga distancia a aquel en el que el anuncio de los Bibs más importantes indica la cuenta atrás para que arranque el Mundial Ironman en Kona previa a esa mezcla de cultura hawaiana con la más patriótica de un himno sobradamente conocido como transición al plano máster de los elegidos en las aguas de Kailua Bay. La última imagen de todos juntos antes de que la bocina y el cañonazo desatasen las hostilidades.

IDEN PIERDE COMBA

Lo hacían en esas aguas en las que posiblemente nunca se gane un Mundial, pero sí se pierda. Eso es lo que trataron de conseguir y evitar los mejores y los peores de un segmento acuático que comenzaba con tres puntas de flecha bien diferenciadas, pero que no necesitaron más que unos pocos de metros para reunificarse en un único grupo.

No obstante, la coreografía física de brazos sincronizados al mismo compás se deshizo antes de alcanzar el primer cuarto de los 3,8k que tenían que cubrir para cobrarse el primer corte importante y las primeras víctimas del mar como Jackson Laundry o Trevor Foley. Las segundas no llegarían en llegar y entre ellas Gustav Iden o Léon Chevalier. ¿Los culpables? Sam Laidlow y Meeno Koolhaas braceaban sin concesiones. De hecho, el francés aprovechó el cambio de dirección de mar abierto a regreso a la orilla, para poner en practica eso de apostar una estrategia agresiva. El defensor del título ponía un punto más.

BENITO SOLDADO A LAIDLOW A FUEGO

Pero dieron igual las marchas del galo o las del neerlandés, porque Antonio Benito demostró que lo sucedido en el Ho’ala Swim de los días previos no fue ficticio. El tomellosero quizá había perdido el gorro, pero no los pies de Laidlow y salía del agua en una deslumbrante tercera posición. Junto a él, todo un Patrick Lange y también otra docena de triatletas en el que resaltaba la presencia de Kristian Blummenfelt, Daniel Bækkegård, Ben Kanute, Matt Marquardt, Gregory Barnaby o Kieran Lindars.

Más atrás lo hacían dos de los grandes especialistas de la bici como lo son Magnus Ditlev y Robert Kallin que arrastran 1’20” de desventaja. Peor le iban las cosas a un Iden que se dejaba 3’31”, Léon Chevalier a 3’40”,  o a Lionel Sanders con 5’18” y Cameron Wurf con 5’22” a remontar.

¡3:57:22! LAIDLOW DESTROZA SUS PROPIOS REGISTROS


La transición no trajo noticias relevantes, ni sustos importantes, simplemente un mero trámite en el que Laidlow se reafirmó en su plan. Uno que por momentos e inicialmente pareció suicida. El francés tomó el mando y en menos de 10 kilómetros había puesto un minuto de por medio con un Marquardt que por sus características, tenía más sentido que lo fiara todo en ese segundo segmento. A rueda del estadounidense, una fila de triatletas que se extendía hasta un Ditlev que ya había solventado el corte del agua y en la que Benito rodaba cómodamente y protegido por la fuerza del “grupo”. En ese instante, y debido a la magnitud del grupo, el riesgo de sanción por drafting se convertía en el mayor peligro externo. El interno era el dominio de un Sam que duplicaba su ventaja en los siguientes 10K.

Una secuencia que primero se relajó y después se terminó cuando Ditlev y el ‘toro’ se situaban en segunda y tercera posición respectivamente para servir la batalla preanunciada. El dúo nórdico incrementó el ritmo a medida que se acercaban a la subida a Hawi y con su velocidad abrieron un hueco de medio minuto – después uno – sobre el grupo.

BLUMMENFELT (MEDIO) KO

Sin embargo, lo inesperado ocurre en cualquier momento y eso es lo que sucedió pasado el kilómetro 70 cuando Blummenfelt perdía contacto con el danés y hacía patente de la forma más gráfica posible algún tipo de problema de absorción de nutrientes. o quizá también consecuencia de un mal cálculo del esfuerzo. Sus gestos contrariados catapultaron a la cámara sobre él, mientras la pregunta de “¿será capaz de darle la vuelta?” rondaba en el ambiente ante una situación que cambiaba por completo la carrera.

El noruego decidía seguir, pero obviamente fue absorbido por la interminable cola que lideraba Marquardt  (3’45”) listos para subir el Hawi. Una señal de que la recuperación no tenía visos de hacer acto de presencia para medio certificar un día nefasto para Blummenfelt y un Iden que rodaba a nueve minutos de Laidlow castigo por un mal rendimiento y una sanción por tirar basura. Diametralmente opuesto era el sentimiento de un Kanute que aprovechaba la ascensión para atacar e intentar irse sin éxito en pos de Ditlev.

LA LOCURA DE LAIDLOW SOBRE LA BICI

En la cima y a su vez ecuador del segmento ciclista, Laidlow veía como su trabajo silencioso le reportaba beneficiosos. Cual hormiga, el francés se acercaba a su segundo título alejando a 2’30” a Ditlev y dejando en la frontera de los 5’ a los hombres que luchaban por la tercera plaza provisional.

Tendencia intacta en esa vuelta de regreso donde Sam quiso mejorar lo que ya hizo en 2022 y con una postura aerodinámica envidiable, se lanzó a barrer el récord del que él mismo ya era dueño. Y lo consiguió al bajarse de la bici en un 3:57:22 de otro planeta y una media de 45.75km/h. El primer hombre en romper la barrera de las 4h en Kona. Nada más y nada menos que 7’13” más rápido que su anterior marca fijada en 4:04:35.

LOS ASPIRANTES MUEVEN SUS FICHAS

Una plusmarca que de paso manejo para aumentar su ventaja hasta los 5’53” respecto a un Kallin que haciendo gala de su condición como ciclista se había encaramado a la segunda plaza endosándole un minuto a Ditlev (+6’57”) y medio minuto más sobre el trío de Kristian Høgenhaug, Marquardt y Chevalier (7’47”) que habían puesto 60 segundos de por medio sobre el grupo de Blummenfelt, Lange y Benito (8’50”).  Movimientos acontecidos en el último tercio y necesarios si el sueco y algunos más aspiraban a retener alguna aspiración al podio o al TOP5. Algunos de ellos completando los 180km por debajo del anterior récord.

Lejos de ellos, pero con interesantes remontadas se presentaron en la T2 Trevor Foley y Lionel Sanders que después de una desastrosa natación empezaban a correr dentro del TOP25.

MASTERCLASS DE LANGE A PIE PARA GANAR


De la exhibición a la duda y de la duda a la locura. Así de raudas cambiaban las cosas para un Laidlow que en el primer 10K flaqueaba como no había hecho hasta entonces. Insospechadamente o esperado, el francés perdía la fluidez previa y veía como a sus espaldas Patrick Lange desempolvaba la literatura del veterano para meterle miedo. El alemán le recortada más de tres minutos en los primeros 11 kilómetros de la carrera a pie. De los 9’06” que los separaban al inicio del maratón a los 5’54” en ese punto. El teutón era el hombre más rápido y amenazaba sin rodeos el back to back de Laidlow.

Lejos del foco se vivía en la cuerda del contraste. Por un lado, Chevalier, Marquardt y un Ditlev que volvía a coger forma y cuerpo tras desdibujarse al final de la bici parecían los señalados para disputarse el tercer cajón en el que todavía aguantaba Koolhaas. Por otro, Blummenfelt se desinflaba definitivamente y en un tercer espacio caminaban figuras como Benito y Lindars – por momentos tan veloz como Lange – que en ese primer compás trataban de averiguar hasta dónde podían llegar en el Mundial.

EL INFIERNO DE LAIDLOW

No hubo necesidad de esperar al medio maratón Laidlow corría torturado, con la postura totalmente rota y un rostro que era testimonio fiel de un sufrimiento que presagiaba la explosión que inmediatamente tuvo. Y ahí los hechos se desencadenaron, Patrick se lo comió, se puso a su altura, intercambiaron un deportivo saludo y el francés se vio obligado a parar. Cuando retomó la marcha, su compañero ya no era el que iba camino de la triple corona, sino Chevalier y en un abrir y cerrar de ojos Ditlev le adelantaba sin miramientos y Koolhaas y Von Berg le susurraban en la oreja. Laidlow cruzaba undécimo el ecuador y era la sombra del hombre imperturbable que había sido sobre bicicleta.

De su caída en desgracia dieron buena cuenta un Antonio Benito que en silencio y con buena letra ya marchaba sexto, Høgenhaug, Gregory Barnaby, Lindars y un Cameron Wurf que volvía a demostrar que por fin había entendido qué era eso de ser un triatleta en mayúsculas.

EL MURO ENTRA EN JUEGO

En ese instante, la prueba había entrado en un nuevo escenario con el que jugar en los siguientes 21K y el muro de los 30K iba a convertirse en la siguiente gran referencia y revolución. Chevalier fue el primero en sufrirlo y hundirse hasta caer a la cuarta plaza. Una situación que abría de nuevo las puertas del subcampeonato a Ditlev y aupaba por primera vez al podio a Von Berg.
VIA CRUCIS DE BENITO
Por detrás, Antonio era el mayor de los penitentes. El español sucumbía preso de una crisis en la que cedía hasta cuatro posiciones para cerrar el TOP10 siendo el más lento con diferencia del lugar. No fue cuestión de energía o una explosión, sino tal y como nos comentaba su entrenador Pablo Dapena “culpa de unas plantas de los pies en carne viva” que le imposibilitaban correr como sabe.
Un trance en el que pasaba de mirar adelante para ojear por el retrovisor a Bradley Weiss que seguía sus pasos a 90 segundos.  Minuto y medio que se esfumó irremediablemente en una cuenta contra el español en la que también se sumó un Matt Hanson que protagonizó otra de las carrera a pie del día. No quedaría ahí la cosa, desgraciadamente Benito había entrado en barrena con su problema plantar y su imparable caída libre le iba a llevar a ceder posición a posición hasta cerrar el TOP20.
A LOS PIES DE LANGE

Todo se alteraba menos Lange, que prosiguió con paso firme a su soñado tercer triunfo en Kona. Y así hasta finiquitar los últimos 12 kilómetros donde el alemán cerró su máster en la carrera a pie. Sin apremio ajeno, pero con el ímpetu propio de aquel que ama lo que hace sin perder un gramo de ambición. La misma que le ha llevado a pulverizar los números: Campeón por tercera vez con 38 años, seis años después de la última ocasión (2018) y el récord de la prueba con 7:35:53,  casi cinco minutos mejor que el 7:40:23 de Gustav Iden en 2022.

Finalmente, Magnus DItlev aseguraba la plata para saltar de la tercera a la segunda posición en un año y junto a Lange repetían la experiencia en el podio de Niza. El que no estuvo en el de la cita francesa y que de hecho se estrena en ellos es Rudy Von Berg con una gran tercera posición.

Con la miel en los labios (cuarto) terminó Léon Chevalier y quinto un magnífico Menno Koolhaas. Razones para estar felices también tienen Gregory Barnaby con su sexta plaza, Cameron Wurf con una más que perseguida séptima posición (a los 41 años), el debutante Kieran Lindars con la octava, Kristian Høgenhaug en noveno lugar y Matt Hanson décimo.

(AGRI)DULCE TOP20 DE BENITO

Como decíamos, Antonio Benito concluía vigésimo tras sufrir lo indecible en la segunda mitad de la carrera a pie. No obstante, su tarjeta de presentación en Kona es de esas que deja destellos de lo que puede llegar a ser en el futuro.