El aventurero británico Mitch Hutchcraft protagoniza el triatlón más peligroso y original de la historia. Más de 13000 killómetros, casi un año para ello y una ascensión única.
Los límites del cuerpo humano y sus desafíos parecen no tienen fin y el último en demostrarlo ha sido el ex marine Mitch Hutchcraft, quien el pasado domingo 11 de mayo alcanzó la cima del Monte Everest para completar el “triatlón más largo del mundo”.
Nada más y nada menos que ocho meses de aventura de un reto que comenzó a mediados de septiembre en el acantilado de Shakespeare, cerca de Dover, nadando los 34 kilómetros del Canal de la Mancha que lo separaban de Cap Gris Nez, cerca de Calais en Francia; desde allí continuó con una vertiente ciclista que le llevó a atravesar más de 10.000 kilómetros a lo largo y ancho de Europa y Asia (19 países) hasta bajarse de ella en el este de la India; posteriormente siguió su periplo completando a pie los más de 900 kilómetros que distancian a la ciudad de Digha en Bengala Occidental (India) hasta Katmandú en el Nepal.
Pudiera parecer suficiente, pero no lo era para Hutchcraft quien acrecentó su epopéyico viaje con una cuarta y quinta fase; primero caminar durante otros 360 kilómetros hasta llegar al campamento base del Monte Everest donde pasó cerca de un mes para someterse a una aclimatación a la altura suficiente para acometer el ascenso de la montaña más alta de la Tierra como guinda final. Eso sí, para ello ha hecho uso de oxígeno suplementario y ha contado con el apoyo de dos sherpas con gran experiencia, Yak Phuri y Gelje Sherpa.
“HE COMPLETADO LA ASCENSIÓN AL EVEREST MÁS LARGA DE LA HISTORIA ️ A las 7.20 de esta mañana, hora nepalí, he coronado el Everest, completando así mi viaje de 8 meses desde Inglaterra hasta la cima del mundo” así anunciaba Hutchcraft hace algo más de 24 horas que su locura y récord ya era un hito hecho realidad tras haber hollado la cumbre más alta del planeta. A sus pies los 8.849 metros que lo separan del mar y un peligroso descenso que todavía tiene que acometer satisfactoriamente en una montaña en la que anualmente perecen decenas de alpinistas.
En el recuerdo todas aquellas jornadas que lleva a sus espaldas desde que arrancase su camino un ya lejano 15 de septiembre, también el contraste cultural, físico y climático, así como todos los contratiempos a los que ha tenido que hacer frente con su cuerpo, pero sobre todo una aparente utopía infantil cumplida tal y como revela eufórico: “No tengo palabras para describir cómo me siento ahora mismo. Escalar el Everest es un sueño hecho realidad. Lo ha sido desde que tenía ocho años y lo vi en un libro y hacerlo de esta forma tan increíbles es increíble”.
El ex marine también ha profundizado brevemente en lo que ha supuesto su travesía hasta el Everest: “Nunca en un millón de años pensé que así sería como llegaría aquí. Años de preparación, ocho largos meses de resistencia física y superando el día más duro de mi vida. Ha sido un camino largo, duro y asombroso hasta llegar aquí, pero por fin lo hemos conseguido. Ha sido un viaje increíble“.
Más allá del contexto personal, el hito de Hutchcraft trasciende lo meramente deportivo, los récords y la realización propia ya que lo emprendió con dos objetivos muy determinados. Por un lado, servir como inspiración e impulso para todas aquellas personas que desean salir de sus zonas de confort y superar los límites de lo que individualmente creen que es imposible: “Esta ha sido la aventura más dolorosa, pero satisfactoria. Solo quiero que inspire a otros a creer que lo que sea que estén soñando, por pequeño que sea, solo necesitan salir y romperlo”.
Por el otro, obtener una plataforma mediática para la recaudación de fondos para SAVSIM, una organización sin fines de lucro centrada en la conservación de la vida silvestre y la prevención de la caza furtiva en todo el mundo que al mismo tiempo trata de brindar apoyo de salud mental a veteranos y otras personas que sufren de trastorno de estrés postraumático y problemas similares. Aunando así el pasado profesional de Mitch Hutchcraft como marine y su estima por la naturaleza.
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