La austríaca rompió cualquier pronóstico y se convirtió en la revelación femenina en T100 Singapur.
Kate Waugh se llevó todo el protagonismo en Marina Bay. Su “Veni, vidi, vici” tan abrumadoramente dominante y tan posible como discutible antes de comenzar el evento que opacó a la gran sorpresa del T100 Singapur femenino, una Lisa Perterer casi desconocida que en el “Hic et nunc” demostró con hechos y no palabras que el resultado de las carreras va más allá de los carteles.
Esos de los que ella carecía. Las Charles-Barclay, Gentle y compañía el de reinas de la media o la larga distancia, las Duffy, Spivey o Waugh el del aura olímpico y la corta distancia y en medio de ese festival de títulos y condecoraciones propias de la nobleza y la burguesía triatlética, una simple proletaria cuya mayor amenaza era su Campeonato de Europa de Duatlón en un año tan convulso como extraño como 2020, su triple pasaporte olímpico con sello en Londres, Tokio y París como si la canción de Rayden se tratara y una única victoria en un Ironman 70.3 Cozumel 2024 tan desangelado des estrellas como el cielo de una urbe hiper masificada e iluminada.
Lejos de la business class, de la primera clase y destinada a completar la clase turista de una low cost de altura mundial a la que le daban una oportunidad convencidos por una visión de futuro ciega para el resto, Perterer arrancó con vuelo raso en una natación discreta, a más de tres minutos de Jessica Learmonth en la que salía por detrás del grupo de Marta Sánchez.
Lejos del foco, lejos del pack británico y del resto de favoritas que en ese punto se las prometían felices. En posición obrera, aunque estuviera en el más elitista de los eventos. Y cuando emborrachadas de calor y humedad las candidaturas perfectas de figuras llamadas al podio como Julie Derron o Flora Duffy se derretían al sol singapurense y otras muchas comenzaban a tambalearse sobre la bici, Peterer aprovechaba esas dos ruedas para comenzar un progreso donde solo ella era capaz de reducir la desigualdad cronometrada con Learmonth y su corte.
Tanto que en la T2 e inicio de la carrera a pie cuando aquello se convertía en el patíbulo donde el exceso pasaba la Horca de Halifax a la líder, la austríaca asistía a aquello desde la tercera posición, de la mano de una Charles-Barclay de la que ya se desasía para colocarse en una segunda posición que nadie pudo cuestionar.
En T100 Singapur Perterer logró lo que nadie – mujer u hombre – consiguió en la cita inaugural de 2024, T100 Miami: desafiar a la jerarquía establecida de los contratos fijos, de los novedosos Hot-Shot y hacer de su “one-shot” disfrazado de wildcard, la opción más fuerte (o casi) para colarse a las primeras de cambio en el podio. Un hito que el curso anterior únicamente estuvo al alcance de la mano de Els Visser en este mismo T100 Singapur o Julie Derron en T100 Ibiza. Pero ella a priori no tenía ni la experiencia ni logros de la primera en la MD, ni la plata olímpica de la helvética a quien la Capital del Amor solo la pudo ver en meta.
EL MÁS DIFÍCIL ¿CONSAGRACIÓN O RESULTADO PASAJERO?
Perterer hizo de la república singapurense el bastión de su revolución, tan silenciosa y tan hormiga como efectiva. Saber si lo suyo fue el sueño de una noche de primavera o, por el contrario, está en condiciones de escalar definitivamente a los estratos más democráticamente aristocráticos del triatlón y T100 es la pregunta que deja en el aire el inesperado rendimiento de la austríaca y a la que sus próximos compromisos deben dar respuesta. Por el momento, nadie le quita una alegría al alcance de muy pocas. Y por si necesitase espejo, Derron, Visser o Rico Bogen y Youri Keulen son alguno de los mejores ejemplos de ennoblecimiento en la T100.