El deportista visitó ‘La Revuelta’ y relató alguno de sus momentos más críticos, sus rutinas de entrenamiento y anécdotas de una vida dedicada a la montaña.
Hablar de Kilian Jornet es hacerlo del rey de las montañas y el hombre más rápido en subirlas. Sin embargo, ante las loas de David Broncano el afincando en Noruega se quitó cualquier tipo aura de estrella para definir su mérito como “Lo que hago es correr y voy rápido porque es lo que entreno. Me pones a hacer otras cosas y no lo voy a hacer bien. El deporte está muy bien, pero no hace falta ensalzarlo” fue su declaración de intenciones.
Efectivamente es lo que hace y a lo que Jornet dedica “de media unas 30 horas semanales en la montaña y confesó sin bravuconería que en las jornadas de tiradas largas alcanza “unos 5000m de desnivel positivos”. Una tarea en la que puso en valor al equipo que le rodea “Hay mucha gente que me admira, pero sin el equipo nosotros no seríamos nada. Necesitas de un entrenador, un fisiólogo, quien te haga los avituallamientos etc. Si no, no sería posible”.
“MAMÉ LA MONTAÑA DESDE PEQUEÑO”
La historia de Kilian Jornet tampoco sería posible sin unos orígenes que determinaron irremediablemente su destino. Tal y como recordó pasó su infancia viviendo en un refugio de montaña a 2000m de altitud y como asevera “La montaña era mi día a día. Lo mamé desde pequeño”. No fue la única pincelada que dio del pequeño Jornet, el atleta rememoró sus primeros pinitos sobre la bicicleta junto a su gruppetta y una anécdota que le definía entonces y ahora sin cambiar un ápice. “Me gustaría que está subida nunca se terminará” era el deseo ‘algo masoquista’ que tenía en aquellos años ante cualquier ascensión.
“PARA MI UN DÍA EN LA CIUDAD ES SUFICIENTE”
Preferencia que se mantiene en la actualidad y que comparte junto a su pareja, la también campeona Emelie Forsberg. Un amor tan profundo por la montaña que le ha llevado a situaciones curiosas como cuando aprovechando una competición en isla La Reunión decidieron tomarse unas vacaciones en Isla Mauricio y después del primer día en la playa, regresaron a casa. “¿Qué vas a hacer una semana entera en la playa?” era la simpática reacción de Jornet, del que también ha hablado de su paso por Madrid “Un día en la ciudad es suficiente para mi”.
EL HOMBRE DE LOS RETOS (IM)POSIBLES EN LA MONTAÑA
Los sueños pueriles se convirtieron en realidades en la vida adulta. Kilian Jornet conquistó una docena de títulos mundiales entre esquí de montaña y Skyrunning e infinidad de victorias en Trail running antes de dejar atrás su enfoque exclusivamente competitivo para llevar “a la alta montaña, todo lo que aprendí en la competición”. Esto se ha traducido en otra ristra de ‘locuras deportivas’ y una lista interminable de récords de tiempo de ascenso y descenso en las cimas más importantes del planeta. Entre ellos, subir el Montblanc en poco menos de 5H cuando normalmente se requiere preparase durante año para completar la expedición en dos días y unas 30H o una de las más recientes, encadenar las 82 cimas de más de 4000m de los Alpes andando y en bicicleta en 19 días.
“ERA COSNCIENTE DE LA ALUCINACIÓN, PERO NO PODÍA DEJAR DE TENERLA”
No obstante, Jornet también relató dos de los episodios más críticos que ha vivido en la montaña y en ambos, la privación del sueño y las consecuentes alucinaciones son factores comunes. El primero tuvo lugar cuando ascendió todos los picos del Pirineo en una travesía de 40h seguidas y en las que solo durmió una hora antes de reemprender el camino “Cogí la bici y me iba durmiendo. Suerte que había un coche detrás y me pitó” y asume no saber qué hubiera sucedido si no llega a ser por aquel bocinazo.
Sin embargo, el más extremo sucedió en 2017 durante su doble ascenso al Everest cuando en su delirio creyó tener que rescatar a un joven inexistente. Hecho que se dio por su inconformismo ante el resultado del primer, pero exitoso intento. “Subí en 26h y tardé 34 en bajar, pero no fue un día que me encontrase al 100% porque tuve problemas intestinales. Llegué al campamento, tenía una semana de margen respecto al avión y no me gusta estar en el campamento, ya habíamos pagado el permiso y a los cinco días lo volvía a hacer”. Y ahí fue cuando se dio el episodio más terrorífico.
“Tardé 19h en subir y al bajar iba cansado al haberlo hecho la semana anterior. Entonces sufrí un blackout y solo recuerdo que era consciente de que estaba sufriendo una alucinación donde veía un chaval que me seguía y al que tenía que ayudar”.
Así era el inicio de una pesadilla que todavía tenía que empeorar. “Era consciente de la alucinación, pero no podía dejar de tenerla. Pero al mismo tiempo, sentía que no sabía si estaba soñando o alucinando. Para comprobarlo pensé: si es un sueño y saltas, te despiertas. Pero a la vez si es real y salto, iba a morir.”. Una dicotomía mental que se produjo en las peores condiciones posibles para un hombre “Era de noche, estaba solo en medio de una tormenta a 8300m, no tenía agua porque estaba congelada y apenas tenía comida”. Finalmente, la cordura llegó a su cerebro para tomar la decisión adecuada “Me dije ‘para y cálmate’. Descansé unos minutos, mi cerebro se oxigenó y después pude buscar una ruta para regresar abajo”.
LEGADO ETERNO ENTRE NÚMEROS Y SOSTENIBILIDAD
Jornet abrió un camino que ahora otros han seguido algo con lo que el catalán se muestra encantado. “Mola que detrás de mi haya venido gente más fuerte inspirándose en mis retos”. Un futuro que quedará en los herederos deportivos de sus hazañas, pero cuyas metas extradeportivas pasan por otros derroteros, eso sí siempre estrechamente relacionados con la naturaleza “El mejor futuro que puedo dejarles a mis hijas es un planeta mejor. Reinvierto mi dinero en el futuro de mis hijas a través de proyectos medioambientales”.