La progresión de Panagiotis Bitados lo convierten en una potencial estrella cuyos pasos se alejan del hit puntual y lo sitúan en la vereda de la gloria.
En un mundo líquido, inmediato, virtual e hiperconectado en el que hasta el más nimio de los datos y vivencias no solo son computados sino compartidos en redes para ser analizado y cada paso sometido al escrutinio público Παναγιώτης Μπιτάδος (Panagiotis Bitados) parece la antítesis de lo esperado en un chaval que apenas acaba de superar la adolescencia, un paria de lo social que sin embargo encarna al héroe heleno clásico con toques modernos que le gustaría a Zygmunt Bauman.
Nacido en Mytilene (Isla de Lesbos, Grecia) tierra de reyes y mitología y nación cuna de los Juegos Olímpicos, la suya es una travesía paradójicamente a contracorriente. Allá donde sus iguales orimero persiguen la corona de olivo y el fuego de Olimpia hoy repartido por el mundo, Bitados toma el camino opuesto al de sus homólogos de la corta distancia en busca a largo plazo la Meca vanguardista, la del fondo a más de 13.000kms de casa, parida en California (perdonen los franceses) y cuyo santuario se erige en Kona.
Panagiotis es un tipo como mandan los cánones recién salido de la Palestra a los veinte que con un movimiento tan extraño como erudito ha demostrado a una edad tan temprana entender sus capacidades y especialmente sus debilidades como triatleta buscándose el nicho donde brillar sin olvidar sus orígenes.
Sí, fue subcampeón del mundo sub’23 en 2024 pero para entonces ya había comprendido que las Series Mundiales eran un campo de batalla hostil, monopolizado por dos titanes como Alex Yee y Hayden Wilde en su peak y en el que también habita una horda de rivales que taponan momentáneamente su progresión. Por ello, en busca de su propia leyenda, el griego ya había sembrado en otro lugar, en una Media Distancia a la que como quien no quiere la cosa se había asomado con 19 recién cumplidos en un Challenge Walchsee 2022 en el que fue tercero.
Apenas un imberbe que justo había superado la edad legal para jugar y que sin saberlo había encendido la mecha para labrarse una carrera digna de francotirador. Pero antes consumó la decepción de todo primer umbral, quedarse fuera de París. El detonante perfecto para liberar al ‘monstruo’ deportivo que llevaba dentro. Un hombre que si de su fiabilidad dependiera pertenecería al mejor escuadrón de cualquier cuerpo de operaciones especiales.
Bitados analiza las superficies, estudia a sus rivales y después selecciona el evento (y sus víctimas) con la inteligencia táctica, sagacidad y invencibilidad que se le atribuye a Atenea; ejecuta con el saber esperar el momento propicio y la distancia mental de la mira telescópica de Chris Kyle, pero sus resultados asépticos forrados de pulcros números unos camuflan la brutalidad presumida por Ares. Porque desde 2024 el heleno encadena sin fallo cinco triunfos consecutivos en la vía MD.
En su cinturón el regreso glorioso a Challenge Walchsee, Trumer Triathlon o Challenge San Remo, pero sobre todo dos títulos. Por un lado, el Campeonato de Europa Ironman 70.3 en Tallinn donde se destapó ante todos y al que acudió sin experiencia previa en la franquicia. Su poderoso exhibición no quedó ahí, sino que como si de Heracles y sus 12 trabajos se tratase, pero sin el castigo impuesto al que este enfrentó sino el mero anhelo de transitar de lo ordinario a lo divino Bitados plantó la primera piedra para consolidarse como la nueva figura helena al conquistar un trofeo jamás visto en las vitrinas del país.
Por otro, el más reciente, la victoria en Ironman 70.3 Venice-Jesolo y su clasificación para el Mundial de Marbella en una contienda que enfrentó a campeón reinante y el saliente y un final al sprint a cara o cruz con Cameron Main en el que mostró su valía a la par que su ferocidad corroboró su condición, la de perfecto francotirador dentro y fuera de la competición.
Una vez finiquitado el objetivo de turno desaparece recluyéndose en casa, en esa Atenas a los pies del Pireo donde moldea su físico y pule su técnica espoleado inconformista por sus errores “Estoy orgulloso de mi victoria, pero fue el primer MD del año y cometí algunos errores” afirmó tras Venice-Jesolo refutando su filosofía “Me alegro de entenderlo, porque los errores nos hacen mejores”.
Allí, blindado entre la modestia y el voto de silencio tan propio de sus certeros disparos – solo roto por sus apariciones terrenales en la distancia corta – y envuelto en ese halo de misterio que le proporciona la privacidad tan ajena estos días Bitados esculpe su estatua dentro del triatlón, ignorando aun su magnitud y el número de trabajos y sus escenarios, pero inevitable habida cuenta de su título europeo en Estonia o un crono (3:31:01) en tierras romanas ya histórico por veloz en clave personal, helena y mundial en distancia Ironman 70.3.
El de Venice-Jesolo es un episodio pasado y en el viaje de Panagiotis sus dos siguientes trabajos ya tienen nombre, The Championship y T100 San Francisco donde la asignación de una de las wildcards a su nombre parece un hecho constatado a falta de anunciación. El reto mayúsculo, dos Teatros con estrellas que acumulan historias con tantas páginas como la Ilíada, pero que de superarlas acercarían a Bitados a un monte Olimpo solo reservado para los dioses. En su mano está, dispone del tiempo y en Grecia lo esperan.
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