Como empresario seguro que has invertido bastante tiempo y dinero en diseñar una identidad visual y un nombre atrayente para tu empresa. Es lógico porque quieres que tus potenciales clientes te recuerden. Así que te has puesto manos a la obra y has analizado infinidad de logotipos para dar justo con ese que logra ajustarse a los valores que quieres trasmitir. Ese que encaja en la idea abstracta que ya tenías en mente.
Además, si has trabajado con una empresa de publicidad, seguramente también tengas un manual de marca, en el que se detallan los colores que te representan, las tipografías y el tono que debes usar en las redes sociales.
EnPro-air lo sabemos, también hemos hecho todo este trabajo, es un principio básico. Pero, para dar ejemplo, hemos invertido tiempo también en analizar un elemento que se suele olvidar, el olor de nuestra empresa. No en vano somos pioneros en diseñar experiencias olfativas que refuerzan lo que una marca quiere decir y cómo quiere ser recordada. Porque al final, ¿de qué sirve todo ese esfuerzo si el cliente cruza la puerta y no siente nada más? Queremos que el cliente confíe en nosotros que se quede, y para eso tiene que recordarnos.
El poder silencioso del olfato en la construcción de marca
Las personas somos seres racionales, es decir, ideamos, trabajamos, construimos, etc. con nuestra mente, el poder de la razón. Pero, aunque seamos menos conscientes de ello, utilizamos los sentidos continuamente. Mientras la vista y el oído suelen acaparar toda la inversión, pasamos por alto que el olfato tiene la capacidad de llegar directo a la emoción sin pasar por filtros racionales. Un aroma no solo se percibe: se recuerda, se asocia y se vincula a experiencias pasadas. Por eso, un entorno perfumado estratégicamente puede transformar la percepción de un espacio y elevar el recuerdo de tu marca a otro nivel.
Lo decimos muy a menudo, no se trata de perfumar por perfumar. Una fragancia bien diseñada puede ser el elemento perfecto para comunicar valores como sofisticación, frescura, cercanía o confianza, de la misma forma que lo hace tu logotipo o tu eslogan. La diferencia es que el olfato logra algo único: permanecer. Mientras el cliente olvida un anuncio o deja de mirar un escaparate, el aroma queda registrado de manera inconsciente y actúa como un ancla emocional.
Esto convierte al marketing olfativo en un recurso con un potencial enorme para sectores muy distintos: desde el retail que busca prolongar la estancia en tienda, hasta hoteles que quieren generar un recuerdo imborrable, o clínicas que necesitan transmitir calma y seguridad. ¿Nunca te ha pasado? Vas por la calle distraído pensando en tus cosas y de repente un olor, te saca de tus pensamientos y te lleva a un lugar muy distinto. El olor es un lenguaje que apela directamente a la emoción y no necesita traducción. Olor e intuición también están ligados.

Estrategia, no improvisación: el aroma como parte de tu identidad
Como decimos, hablar de marketing olfativo no es hablar de ambientadores. Si no de estrategia. No deberías elegir el aroma de tu marca sin un análisis profundo. Porque cada sector, cada cliente y cada espacio tienen necesidades distintas, y por eso insistimos en que crear una identidad olfativa requiere conocimiento técnico y creatividad a partes iguales.
El proceso comienza con algo muy sencillo: entender qué quieres transmitir y cómo quieres que tu marca sea percibida. A partir de ahí, la selección de notas olfativas se convierte en un ejercicio de coherencia y precisión. Un aroma para un gimnasio no puede ser el mismo que para una clínica dental, y lo que funciona en una boutique de lujo difícilmente encajará en un espacio de coworking. La clave está en diseñar un perfume exclusivo que acompañe al resto de tu identidad de marca, sin desentonar ni pasar desapercibido.
Además, no basta con elegir la fragancia adecuada: también importa la tecnología de difusión. Un aroma mal implementado puede saturar, incomodar o incluso generar rechazo. De ahí que contar con un socio experto marque la diferencia. Cuando el aroma se distribuye de manera equilibrada, el espacio cobra otra vida. El cliente no sabe exactamente qué está ocurriendo, pero siente que ese lugar es diferente, que ahí se respira algo especial. Y esa es la mejor prueba de que la estrategia funciona.
En Pro-air llevamos años perfeccionando esta disciplina y acompañando a marcas que entienden que su identidad no se agota en un logotipo ni en una tipografía. Nuestro compromiso es sencillo: transformar el aire en un vehículo de comunicación emocional que impulse tus objetivos de negocio.


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